Ya nada importa

Vivimos tiempos en los que todo escandaliza pero en realidad nada importa. En el fondo, todas las polémicas obedecen al interés de unos cuantos por manipular el 'relato'

Ignacio Moreno Bustamante

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Pasará. Todo este maremágnum de Rubiales, los besos forzados, el gañanismo y el machismo más cutre pasará. Como ocurre siempre en estos tiempos en los que todo escandaliza pero en realidad nada importa. Vivimos indignados una semana sí y otra también por los más diversos asuntos, que en el fondo siempre es uno solo: el interés personal de unos cuantos. Interés en vender su mensaje a costa de lo que sea. De manipular la realidad a su antojo. Esta vez el protagonista es un personaje dantesco como el presidente de la Federación. Pero antes hubo otros. Y otros vendrán después. Vendrán otros capítulos sobre cualquier polémica y esta última se diluirá. Como se diluye todo. Tiempos líquidos, que dijo aquel. El final de la Liga pasada acabó con un 'escandalazo' por los insultos racistas en Mestalla a Vinicius, ese futbolista tan desesquilibrante con el balón como insoportable en sus gestos y continuas protestas. Pareciera, hace sólo dos meses, que íbamos a acabar con la xenofobia, al menos en los campos de fútbol. Y con cualquier insulto, de la índole que fuese. La práctica totalidad de los jugadores, y los entrenadores, aprovecharon para reivindicar que ya está bien de aguantar improperios por el hecho de ser del equipo contrario. Que pese a las millonadas que ganan, eso no tiene porqué ir incluido en su sueldo. Yo acudí al último partido de la temporada del Cádiz en Carranza, ante el Celta, amedrentado por si se me escapaba un «árbitro guapetón» y me caían dos años sin poder entrar a cualquier recinto deportivo. Y como yo, la totalidad de los aficionados, que poco más o menos lanzaron besitos desde la grada a Iago Aspas cuando entró en la segunda parte. Por si acaso. Hace dos semanas, en el debut ante el Alavés, y ayer ante el Almería, todo eso se nos había olvidado ya. Volví a ver a personas absolutamente respetables, padres y abuelos ejemplares, desgañitándose cuando el árbitro pitaba una falta en contra al borde del área.

Todo pasa. Consumimos información y moralina por encima de nuestras posibilidades. Pasará la fiebre del fútbol femenino porque es forzada. Es política, no responde a razones deportivas. En esta España actual nadie puede decir –sin ser tachado de retrógrado machista– que no le gusta el fútbol femenino como espectáculo. Sencillamente no les entretiene y el nivel es muy inferior al de los hombres. Nadie lo dirá, pero cuando empiece la Liga F eche usted un vistazo a los datos de asistencia a los estadios. Pues eso. Nos hemos acostumbrado a esta dinámica de crear polémicas enormes, ruidosísimas, que apenas duran una semana. Dos a lo sumo. Estériles, al fin y al cabo, porque en realidad nunca pasa nada. Vivimos en un país en el que ya no importa nada de lo importante. Todo es de cara a la galería. Un país en el que el Gobierno coloca a sus afines en los puestos más relevantes de los órganos judiciales 'independientes'. En el que se hacen las más bochornosas concesiones a partidos separatistas a cambio de mantener el poder. En el que el presidente del Gobierno copia su tesis y sonríe a la cámara mientras le preguntan por ello. Hemos llegado al punto de aprobar una Ley en la que cientos de violadores han visto reducidas sus penas sin que nadie dimita pero queremos hacer dimitir a un cretino por machista. Es grave, y patético, lo que hizo Rubiales. Merece la destitución. Pero infinitamente peor es la ley del 'sí es sí' y ahí siguen Irene Montero y el propio Pedro Sánchez, principal responsable de semejante aberración. Y ahí siguen porque millones de españoles han normalizado lo que de verdad debería ser escandaloso. Sólo interesan los fuegos de artificio, el hacer ruido sin entrar a fondo en nada. En nada de lo que no interesa a aquellos que manejan eso que llaman ahora «el relato». Los que se mantienen en el poder a base de degradarnos como sociedad. Hasta la degradación final, que cada día está más cerca.

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