Gente como ellos

Afirma el alcalde de Cádiz que «las instituciones necesitan gente como nosotros». Imagino que se refiere a gente que no tiene ni idea de cómo gestionar una ciudad

Ignacio Moreno Bustamante

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Hace falta gente como nosotros en las instituciones». Así se despachaba el miércoles Kichi durante la presentación de eso que ahora les ha dado por llamar la Casa del Carnaval. La pregunta que le acababan de hacer no iba por ahí, pero después de casi ocho años ha aprendido –y muy bien– a coger el capote. A poner en práctica aquello de «usted pregunte lo que quiera que yo contestaré lo que me dé la gana». La cuestión era si esperaba que durante el concurso del Falla que arranca el próximo sábado las agrupaciones le endiñaran como le endiñó en la anterior edición Antonio Martínez Ares. Ya sabe, aquello de «gordo de poder y prepotencia». Obviamente, Kichi se fue por las ramas, aunque se atrevió a expresar en voz alta algo que es más un deseo que otra cosa: «Espero que la gente me recuerde con cariño». Y a partir de ahí, tópicos, frases hechas, y la sentencia: «Hace falta gente como nosotros en las instituciones». Gente como nosotros. ¿Quién es gente como ellos? Quizá gente que no tiene ni la más remota idea de gestionar una ciudad, como demostraron en su primera etapa 'ilustres' concejales como María Romay, Adrián Martínez de Pinillos, Ana Camelo o David Navarro. Todos ellos estuvieron en el primer equipo de Gobierno de Kichi, con responsabilidades importantes. A todos se los cargó. Ni circulos, ni asambleas, ni decisiones comunes, ni democracia interna, ni nada de lo que proclamaban con tanto boato. Dedazo y a su casa. Por supuesto a ninguno de ellos se les recuerda en Cádiz tras su paso por San Juan de Dios. Ni con cariño ni sin él. Pasaron sin aportar a la ciudad nada más que su granito de arena en la decadencia que vive desde hace años. Y tampoco se recodará a los actuales. Ni a Ana Fernández, ni a Paco Cano, ni a Demetrio Quirós o a Lorena Garrón. Su legado no es que sea exiguo, es que es inexistente.

«Gente como nosotros». ¿Cómo quién? ¿Como Teresa Rodríguez? Su pareja ha vuelto a dar clases en su Instituto de Puerto Real sin que nadie la eche de menos. Es más, se agradece que nos evite su histrionismo, su avasalladora forma de expresarse, su violencia verbal. A tal punto ha llegado su irrelevancia, que el día que volvió a la docencia tuvo que hacerse ella misma una foto y subirla a sus redes sociales, porque a nadie le interesaba lo más mínimo. No seguirá en las instituciones, aunque sí emponzoñando como portavoz de Adelante Andalucía. Mis condolencias a sus alumnos. «Gente como nosotros». Quizá se refiera el aún alcalde a gente que vive instalada en la utopía, en el buenismo barato, que se autoproclama como una especie de seres superiores, más éticos, más solidarios, más feministas, más ecologistas, más progresistas... «Gente como nosotros», dice. Gente que no tiene el más mínimo respeto por la opinión del que no piensa como ellos, que ataca a todo aquel que no comulga con su comunismo trasnochado. «Gente como nosotros». Gente que se cree mejor, más pura, más llana, más auténtica... más todo.

Gente como ellos es precisamente la que sobra en las instituciones, la que acaba con su credibilidad, la que trata de romper el sistema. La que bajo la apariencia de solidaria y preocupada por los «vecinos y vecinas», sólo piensa en instaurar cuantas más subvenciones mejor, cuánta más dependencia del Gobierno de turno, mejor. En lugar de poner en marcha la mejor política social posible, que no es otra que una buena política económica. Políticas en las que prime la creación de riqueza, de puestos de trabajo. Y no de paguitas.

El alcalde, una vez más, se fue por las ramas. Gente como nosotros. Y todo para no confesar que con su decisión de no seguir en el cargo, se ha evitado un buen aluvión de críticas que le iban a caer este año en el Falla. Porque después de ocho años es muy difícil seguir engañando a la gente. Nisiquiera a 'su' gente. Ni por supuesto a la que no tiene ni quiere tener nada que ver. Que, afortunadamente, son mayoría. Con gente como ellos en las instituciones, de tan ínfimo nivel político e intelectual, a lo único que podemos aspirar es a vivir en una eterna decadencia.

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