SIN ACRITUD

Demasiados parches

Mal vamos si el primer mensaje de la nueva subdelegada en Cádiz es el del mantra del Gobierno protector y «de progreso»

Ignacio Moreno Bustamante

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Año 2015. Mes de junio. José María González Santos llega a la alcaldía de Cádiz. «Lo más urgente es acabar con el hambre de los niños». Eso dijo. Seguro que lo recuerda. Todo porque empezaba el verano y los colegios cerraban el comedor escolar. Lo cual era un problema para los padres, obviamente. Pero no un drama. Un asunto más burocrático que de otra índole. Ningún niño de Cádiz pasa hambre. Ni entonces ni ahora. Por más que se empeñaran en transmitir esa imagen. De hecho poco después una especialista en nutrición aclaró que el problema de muchos niños gaditanos –y del primer mundo en general– no es la desnutrición, sino la malnutrición, que es bien distinto. Es decir, que comen fatal. Mucha bollería industrial y poca verdura, por resumir. Pero la idea –sesgada, politizada e ideologizada– ya estaba lanzada. Y el daño hecho. Daño para la imagen de Cádiz, que volvía a aparecer en las noticias como una ciudad casi subdesarrollada. Con lo que nos cuesta quitarnos los clichés y los tópicos que nos persiguen desde tiempos inmemoriales. Poco después soltó otra perla. Fueron tantas en ocho años que a veces hasta las añoro como periodista. Esta vez fue aquello de «hemos sido el Ayuntamiento que más ha invertido en servicios sociales de toda España». Como si fuera un mérito. En lugar de avergonzarse por ser incapaz de crear riqueza, de generar empleo, de atraer empresas que permitieran a los gaditanos valerse por sí mismos, sacaba pecho por darles paguitas. Un sinsentido, aunque por lo visto en las cabezas de los simpatizantes de la izquierda radical es un tema que cala. Y no tan radical. Cala, y de qué manera, en el actual PSOE. En el sanchismo. Así lo entiende desde luego su nueva mujer fuerte en la provincia, Blanca Flores , que se acaba de estrenar como subdelegada del Gobierno. El viernes, en su primera rueda de prensa oficial, todo su discurso giró en torno a eso. «La calidad de vida de los gaditanos ha mejorado con el Gobierno de Pedro Sánchez». Así empezó su exposición. Y a partir de ahí que si hemos subido las pensiones. Que si el salario mínimo. Que si el ingreso mínimo vital. Hasta de los descuentos para el tren habló. Sin embargo no dijo ni mú de los casi 3.700 parados más que esa misma mañana confirmó el Ministerio de Empleo. Que son bastantes más si incluyeran a los fijos discontinuos. Ni media palabra tampoco de planes específicos para la provincia con más paro de España. Ni inversiones para el comercio, la industria o el turismo. Todo, como Kichi, ayudas. Que está muy bien, cómo no. Y son muy necesarias. Pero no debería ser el objetivo final, sino una medida cuanto más transitoria y temporal, mejor. Ya sabe, lo de la caña y los peces versión política. Nadie quiere que le regalen nada mientras pueda conseguirlo por sí mismo. Bueno, alguno habrá. Pero son los menos. ¿Había que subir las pensiones? Sí. ¿Había que subir el salario mínimo? Es evidente. Ni siquiera entraremos en si es más o menos sostenible, si puede ser literalmente pan para hoy y hambre para mañana. Pero en ningún caso debería ser el fin último de ningún presidente de ningún país. Más bien al contrario, cuantas menos ayudas se necesiten significará que más riqueza para todos se crea. Pero ellos prefieren esparcir el mantra del «no se preocupe usted que no le va a faltar de nada con este Gobierno tan social y de progreso».

Por supuesto tampoco se la oyó mencionar nada sobre otra de sus principales competencias, sino la principal, en esta provincia: la lucha contra la delincuencia. Y más concretamente contra el narcotráfico, que nos asola desde La Línea hasta Sanlúcar con persecuciones diarias a las narcolanchas. Tan sólo un día antes de su presentación ante los medios había muerto el ocupante de una de ellas al chocar contra la embarcación de la Guardia Civil. Ni mencionarlo. Se le debió pasar. Por no hablar de que para que su jefe siga en la Moncloa velando por todos nosotros ha necesitado de Puigdemont, Junts, los separatistas vascos, Sumar, Podemos, etc etc. Con los pantalones, metafóricamente hablando, por los tobillos.

Mal vamos. Tristemente. Demasiada mentira. Demasiada palabrería. Muy pocas soluciones reales. Demasiados parches.

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