TRIBUNA

¿Por qué sigo hablando de los tsunamis?

Chipiona será primer municipio español preparado para minimizar el riesgo que representan los tsunamis, es decir, el municipio mejor preparado para salvar vidas a través de una mejor planificación, educación, sensibilización y comunicación de las alertas

Gregorio Gómez Pina

Debo confesar que me cuesta cada vez más escribir sobre los tsunamis, si no es para volver a recordar la efeméride del maremoto de 1755, algo que, eso sí, hago todos los años. Las razones son diversas. Este va a ser ya mi artículo número veinte desde que escribí el primero en 2006 y pienso que uno ya tiene cada vez menos cosas que explicar, y tampoco me apetece que al final me etiqueten como el «jartible de los tsunamis». Siempre me acuerdo de un compañero de trabajo muy «gadita» que me advirtió: «¡Como sigas hablando de los tsunamis y venga uno… te acabarán echando la culpa!».

Bromas aparte, ¿a qué se debe, pues, el que vuelva otra vez a escribir sobre los maremotos? Una de las razones es que el mes pasado me invitaron en Cádiz a dar una conferencia en el Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Andalucía Occidental, cuyo título fue el de Fenómenos singulares en las costas y en los puertos. ¿Motivo de preocupación en el Golfo de Cádiz?, y en el que comencé hablando de determinados fenómenos «extraños» para la mayoría de la gente, que suelen ser confundidos con los tsunamis y crean alarma social. Recordemos el bautizado como «minitsunami» de Valdelagrana, que sucedió el 13 de agosto de 2022 a las tres de la tarde, con la playa abarrotada de gente, y que abrió algún telediario e inundó las redes sociales con multitud de opiniones. Después pasamos a hablar del tema que todos esperaban, el de los maremotos, su ciencia y su presencia, así como a reflexionar sobre si de verdad debemos preocuparnos o estamos exagerando. Como punto final de la conferencia abordé lo que todo el mundo deseaba conocer: ¿Cómo podemos defendernos? y ¿qué se está haciendo a nivel nacional y en Andalucía? En dicha sección me dio tiempo también de explicar sucintamente en qué consistía el Proyecto TsunamiReady en el municipio de Chipiona, auspiciado por la UNESCO y dirigido por el prestigioso centro IH Cantabria. Dicho proyecto convertirá próximamente a Chipiona en el primer municipio español preparado para minimizar el riesgo que representan los tsunamis, es decir, el municipio mejor preparado para salvar vidas a través de una mejor planificación, educación, sensibilización y comunicación de las alertas.

En términos generales, fue una conferencia intensa en donde me sentí muy a gusto y confortado por el interés que notaba que iba mostrando la audiencia, a tenor sobre todo de sus preguntas, durante la charla y en el coloquio final, que se prolongó además de forma distendida, como es costumbre en dicho Colegio, durante el refrigerio final ofrecido. Me llamó mucho la atención apreciar que dicho colectivo, tan competente profesionalmente y a su vez tan gaditano, les resultara tan interesante, novedoso, y a su vez tan necesario, el asunto de la preparación ciudadana ante el riesgo de un maremoto. Es una sensación que experimenté también el año pasado cuando, a través de un amigo, me invitaron a dar una conferencia parecida en la Escuela Oficial de Idiomas de Cádiz, ante un público no precisamente joven. La conclusión que saco es que, en Cádiz, aunque se sepa que hubo un maremoto, no se tiene conciencia de que éste acabará repitiéndose, de forma parecida al que existió, si bien no se sabe cuándo (¿dentro de 1, 1.000, 10.000 años…?). Y, sobre todo, que la ciudadanía, en general, tiene un gran desconocimiento de cómo debería comportarse ante dicho fenómeno, porque no se le ha explicado. Todo lo contrario de lo que está sucediendo en el municipio de Chipiona, en donde el ayuntamiento se ha involucrado completamente en la concienciación y difusión ciudadana de cómo actuar frente a la amenaza de un tsunami, como el que allí llegó en 1755. En dicho municipio se han señalizado las posibles rutas de evacuación sobre la base de los mapas de inundación generados (algo muy complejo técnicamente) y se han marcado los puntos de concentración y refugio, realizándose simulacros con distintos grupos de población.

El 7 de junio del pasado año, el consejero de la Junta de Andalucía, Antonio Sanz, presentó en El Puerto de Santa María el «Plan de emergencia ante el riesgo de maremotos en Andalucía», siendo la primera comunidad autónoma en tenerlo. Dicho plan fue realizado en colaboración con la Agencia Espacial Europea, el Grupo de Emergencias de Andalucía y la Universidad de Málaga. Sin entrar en detalles de los elementos muy interesantes introducidos, queremos destacar el hecho de que, pasado ya un año, seguimos sin conocer su funcionamiento y, sobre todo, el desarrollo de los planes a nivel local, que no están desarrollados, al estilo de lo explicado para el municipio de Chipiona. Pongamos un ejemplo ilustrativo: si hubiera un terremoto superior a 6,5 grados en la escala de Richter, sabemos que el organismo encargado a nivel nacional, el Instituto Geográfico Nacional (IGN), mediante un eficiente y sofisticado programa en el que ha intervenido la Universidad de Málaga, sería capaz de enviar un aviso de alerta de tsunami a los puntos afectados, con datos, entre otros, de la hora de llegada y altura de ola, activándose el plan de emergencias presentado por el consejero. Digamos que todo eso llevaría unos 10-15 minutos (un tiempo increíblemente corto, siendo ello un ejemplo a nivel mundial). Si el tiempo de llegada a Cádiz, por ejemplo, fuera de 70 minutos, habría un margen del orden de 1 hora para «reaccionar» ante la posible catástrofe natural. La pregunta ahora al consejero sería: si sucediera un día de estos, ¿sabría la población, por ejemplo, de El Puerto de Santa María (donde se presentó el plan,), ¿cómo actuar? ¡Con seguridad les diré que no!, pues vivo allí… y muchos conocidos (por los artículos que escribo) me lo preguntan. Sigo con más cuestiones: ¿para cuándo se van a poner en marcha estos planes de actuación local (al estilo de lo explicado en Chipiona)? ¿Cuándo van a explicarse en los colegios de Andalucía todo esto, a los alumnos y a los padres, con sus correspondientes simulacros?

En el apartado de «Operatividad del Plan» se indica que en la fase de preemergencia han de realizarse todas las actividades conducentes a poner en conocimiento acerca del riesgo existente a las autoridades y a la población, al objeto de que puedan adoptar las medidas de protección necesarias. Y exactamente, ¿de qué medios implantados, probados y conocidos por la población dispone la Junta de Andalucía para emitir una alerta general?, ¿alguien ha recibido alguna vez en Andalucía, en un caso de preemergencia o emergencia real un mensaje en su móvil?, ¿cuánto tiempo tarda en ponerse en marcha el 112 inverso? Según el anexo II del Plan de Emergencias ante Maremotos de Andalucía, se dará aviso a través de las redes sociales: ¿y qué sucede con las personas que no están suscritas a ninguna red social? También está previsto informar a través de la megafonía de playas, pero ¿solo durante los meses de verano en que este sistema está operativo? ¿Y qué pasará el resto del año? Se habla igualmente de alertar a la población a través de la aplicación del 112 Andalucía: ¿de qué aplicación se trata?, ¿quién la conoce?, ¿cómo llegan los mensajes? Si no se concretan estas acciones y se practican con mayor frecuencia en situaciones reales ante otro tipo de riesgos, será difícil que podamos pasar de una seguridad subjetiva o teórica, a una seguridad objetiva y eficaz.

Mi sensación personal es que este asunto, que ha tardado tantísimo en arrancar, está muy parado. Lo alarmante, al menos para mí, es que un maremoto puede suceder cualquier día y, peor aún, si ocurriera en verano con nuestras bonitas playas llenas de gente, ¿estaríamos preparados para evitar pérdidas de vidas humanas? Por eso sigo escribiendo sobre los tsunamis.

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