Tierra Santa

Lo de Oriente próximo solo lo puede arreglar un milagro porque está visto que si depende de los hombres esto no tiene solución. Y siempre ha sido así en Tierra Santa

Felicidad Rodríguez

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Los inocentes, sean del lado que sea, son los que siempre pagan. La población civil de Gaza sufriendo y sin noticias de los rehenes que Hamás se llevó a la franja tras el brutal atentado terrorista; posiblemente ya todos ellos han sido asesinados. Irán felicitando a Hamás y apoyando las milicias de Hezbollah en el norte. La Liga Árabe pidiendo «el alto el fuego a ambas partes y el fin del asedio a Gaza» que es como pedir peras a un olmo porque ni Israel va a dejar de contratacar a Hamás, hecho fuerte en la franja donde tienen mayoría absoluta desde las elecciones de allá por el 2006, ni Hamás va a renunciar a la desaparición del Estado de Israel. La Autoridad Nacional Palestina de Ramala sin ninguna capacidad de control ante las acciones de Hamás que obviamente sabía que, tras el asesinato de los civiles israelíes, Israel atacaría con todo su potencial su feudo de Gaza. Y mientras tanto las noticias van de mal en peor. Una semana después del ataque, Egipto anunció ayer que abriría el paso con el Sinaí para la entrada de ayuda humanitaria y salida de extranjeros; no me consta que se haya nombrado a posibles refugiados palestinos. Minutos después, Hamás niega la reapertura del paso de Rafah con Egipto. Biden dice que hay que eliminar a Hamás, pero que ocupar la franja sería un error; Alemania, Francia y Reino Unido apoyan sin reserva a Israel y su derecho a defenderse; en España, aunque su relevancia en el conflicto es bastante flojita, todavía algún político pide que se le defina lo que es un grupo terrorista, lo que sería un chiste malo si la situación no fuese tan horrible como la que es. La ONU, como siempre, en la onu.

En fin, que lo de Oriente próximo solo lo puede arreglar un milagro porque está visto que si depende de los hombres esto no tiene solución. Y siempre ha sido así en Tierra Santa. En Roma, el arco de Tito pinta las escenas del saqueo del año 70 y la esclavitud de los judíos tras la primera guerra judeo-romana. Los primeros «refugiados» judíos empezaron a dispersarse por el mundo. Casi un siglo después, el hispano-romano Adriano terminó con los restos de la independencia judía, renombró a Judea y Samaria como Siria Palestina y prohibió a los judíos vivir en Jerusalén, lo que no significa que todos se fueran. Luego el dominio bizantino hasta la conquista musulmana del siglo VII. La dominación omeya, la de los abasíes y los fatimíes, las invasiones mongolas, las Cruzadas. Hasta occidente tuvo un reino en Jerusalén. Mientas tanto, muchos judíos iban volviendo poco a poco del exilio; entre otras cosas porque no les quedaba más remedios tras las matanzas en los diferentes lugares donde se habían dispersado. En 1492, mientras Colón empezaba la extensión del español hacia el occidente americano, los judíos eran expulsados de la península y llevaban el español a Oriente. Las cuatro sinagogas sefardíes de la ciudad vieja de Jerusalén, construidas a partir del siglo XVI, son la huella de esos retornados desde España. Luego la invasión otomana, la ocupación británica y el retorno masivo tras el horror del Holocausto. La historia reciente de la región, de la Siria Palestina romana, es de todos conocida. Solo un milagro permitirá que, alguna vez, haya paz en la disputada Tierra Santa.

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