Opinión

Por tierra, mar y aire

La estrategia, en la actualidad, es dedicarse a hostigar a los pescadores del Campo de Gibraltar

Lo de los británicos es para nota. Resulta que están extremadamente molestos, y no se cortan con los insultos, porque no dejamos que la RAF, su Royal Air Force, se dedique a hacer acrobacias en el espacio aéreo español que rodea Gibraltar. Como el peñón ... se les hace pequeño para que los Red Arrows exhiban su poderío y destreza era imprescindible hacerlo también por la Línea, San Roque, la bahía de Algeciras y por donde hiciera falta. Supongo que hubieran estado encantados, en justa reciprocidad, de que la Patrulla Águila se dedicara a sobrevolar las Casas del Parlamento, el palacio de Buckingham, Windsor Castle o el número de 10 de Downing Street, dibujando la bandera de España en los cielos londinenses. Hace años fue noticia el desembarco de una treintena de marines de la Real Armada de su Graciosa Majestad, con sus fusiles de asalto y sus morteros, en la cala de San Felipe de la playa de Poniente de La Línea. Al enemigo, o sea a nosotros, el asalto nos cogió totalmente desprevenidos. La playa estaba ocupada solo por un puñado de paseantes linenses, que ya no se acordaban de la mili, y que ni siquiera podían ocupar posiciones bajo las sombrillas para repeler el ataque; y es que la invasión fue en invierno. A continuación, y como no podía ser de otra manera, nuestros ahora ex conciudadanos europeos pidieron excusas por lo que había sido, dijeron, un error táctico. No sabemos si por la equivocación destituyeron a algún mando o, por el contrario, se limitaron a un tirón de orejas por fallar en la ampliación británica del territorio del istmo. La estrategia, en la actualidad, es dedicarse a hostigar a los pescadores del Campo de Gibraltar, mientras refuerzan la presencia militar en el peñón. Hasta para sus sovereignty operations, como llaman a las operaciones de soberanía, se trajeron desde Westminster, con sus trajes de soldados hechos a medida, a los parlamentarios, tanto comunes como lores, aunque el señorial carácter de estos últimos quedaba algo deslucido a bordo de las reales embarcaciones. Y es que, al fin al cabo, a las británicas estrategias no les ha ido mal a lo largo del tiempo, y eso que aún colean las consecuencias de sus políticas en Palestina durante su Mandato en aquella región. Pero, por estos lares, siempre han hecho lo que les ha dado la gana. Que cara se le quedaría al príncipe de Hesse-Darmstadt cuando se le rindió Gibraltar como representante del archiduque austriaco Carlos y, al darse la vuelta, vio que la bandera de los Habsburgo había sido sustituida por la inglesa de la reina Ana. A saber con lo que el inglés Rooke tenía entretenido al alemán para dar el cambiazo. Para hacerse con el istmo no tuvieron que usar ninguna treta; tan solo aprovechar el tradicional buenismo español. Como no íbamos a permitir que instalaran allí un hospital provisional; hubiese sido inhumano el no hacerlo. La epidemia se acabó hace dos siglos, pero la convalecencia dura otro tanto. Ahora están con las negociaciones post-Brexit que parecen no acabar nunca. Va ya para 3 años el final del período de transición Brexit, pero el acuerdo sigue estancado y, como siempre, los británicos echan la culpa a España. Seguro que algo se inventarán para mantener el statu quo por los siglos de los siglos.

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