OPINIÓN

Inteligencia Artificial (IA)

Habrá que ir pensando como el Reglamento del COAC aborda el tema, aunque siempre nos quedarán las genuinamente humanas letras de las ilegales

Felicidad Rodríguez

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Los seres humanos han demostrado en muchas ocasiones su inteligencia; también, en muchas otras, la falta de ella. Los riesgos a esta última situación de manifiesta incapacidad van a solucionarse pronto con la Inteligencia Artificial (IA), así que ya no tendremos que preocuparnos por meter la pata o hacer patente nuestra falta de inteligencia.

La RAE define la Inteligencia Artificial como «la disciplina científica que se ocupa de crear programas informáticos que ejecutan operaciones comparables a las que realiza la mente humana, como el aprendizaje o el razonamiento lógico». En el pasado Congreso de la Lengua de Cádiz, junto a los académicos y especialistas, intervino como ponente Hiperia, creado mediante IA, que mantuvo un lógico y estructurado intercambio de opiniones con toda una ministra.

El ponente expuso, inteligentemente, todas sus cualidades y como la IA nos podría ayudar a resolver nuestros problemas económicos, a ahorrar energía o a diagnosticar y curar nuestras enfermedades. Añadió con la boca chica, como suele pasar en estos casos, que su entrada en nuestras vidas implica una serie de desafíos éticos, una expresión que, visto lo visto, no deja de ser un brindis al sol. Volviendo al Diccionario de la Lengua, se define a la inteligencia como la capacidad de entender, comprender, resolver problemas y una serie de acepciones semejantes.

En definitiva, cualidades para la que ya tenemos sustituto. Cierto es que, en el caso de inteligencia emocional, lo de percibir y controlar los propios sentimientos e interpretar los de los demás, parece algo más difícil, pero no hay que desalentarse porque ya nos dicen los expertos que también en esto será posible la programación. Y todo ello es posible gracias a la recopilación de muchísima información, sobre cualquier materia que se nos ocurra, que luego se integra en bases de datos inteligentes para su gestión. Un experimento reciente ha demostrado que la IA aprueba la selectividad. Cierto es que la nota, 8 y pico, no alcanza para entrar en Medicina, pero todo se andará; al fin y al cabo, la IA es solo un bebé en período de aprendizaje. Claro que detrás de todo ello no deja de estar la mano humana.

Ahora que están de moda, por ejemplo, las pruebas genéticas directas al consumidor, el negocio detrás de la recopilación de todos esos datos es de miles de millones. Incluso, aún con todos los beneficios que implica el desarrollo de grandes bases de datos en salud, el futuro Reglamento que está elaborando la UE sobre el espacio europeo sanitario, también contempla la comercialización de nuestros datos sanitarios o genéticos. Solo cabe esperar que se haga con las suficientes garantías para salvaguardar nuestra seguridad y nuestros derechos. Pero la IA también ha llegado a las artes. Son conocidas las magníficas fotografías hechas con ella mientras todo el mundo creía que era la sensibilidad del artista y una Nikon los artífices de la obra. A la literatura, como los poemas con IA, todavía poco conseguidos, publicados por una editorial china. Y, por supuesto, a la música. Habrá que ir pensando como el Reglamento del COAC aborda el tema, aunque siempre nos quedarán las genuinamente humanas letras de las ilegales; otra cosa sería un auténtico bastinazo.

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