Opinión
Insulto a la inteligencia
Lo de eximir de responsabilidades a los políticos investigados, calificándolos como víctimas, no deja de ser una desfachatez
Organización criminal, cohecho y enriquecimiento ilícito por contratos fraudulentos y concesiones irregulares, tráfico de influencias, malversación… son los delitos en los que están involucrados dos de los más altos dirigentes que ha tenido el PSOE en los últimos años y, en ambos casos, ocupando un ... escaño en el Congreso de los Diputados como representantes de la ciudadanía por lo que, por eso de la transparencia, en este caso tan manoseada y manipulada, en la página web del Parlamento nacional aparecen sus declaraciones de bienes, rentas e intereses económicos, cuyos contenidos moverían a risa si no fuese porque en esta semana acaba el plazo para presentar las declaraciones a Hacienda de todos los españoles. A todo lo anterior, y aunque ello no sea delito, habría que añadir la sensación de cutrerío a escala nacional que estamos trasladando fuera de nuestras fronteras. Hasta Santiago Segura ya se ha planteado la posibilidad de dedicar un «Torrente» al tema.
Para rizar el rizo, a la cutrez ahora se suma algún que otro defensor de lo indefendible afirmando que la culpa de lo que estamos asistiendo en este país no la tienen los políticos; toda la culpa, dicen, es de los empresarios corruptores. Vamos que Ábalos, Koldo, Cerdán, y los que pudieran venir detrás, son unos pobres ingenuos y víctimas inocentes que han caído en las garras del ansia depredadora de las empresas por hacerse con las deseadas concesiones. Una versión, a escala de estafa nacional, de las «supuestas» víctimas del antiguo y cutre timo del Tocomocho, o del de la estampita que inmortalizara Lina Morgan en aquella película de los años 70, «La llamaban la madrina», dos ejemplos de timos bastante cutres en los que, tanto el timador como el supuesto timado, eran dos buenas piezas.
Lo de eximir de responsabilidades a los políticos investigados, calificándolos como víctimas, no deja de ser una desfachatez que, además de cutre, es un insulto directo a la inteligencia de todos nosotros, las auténticas víctimas.