OPINIÓN
Nuestra venganza será sobrevivir
A España la están mutando con la ayuda apagada de una sociedad que todo lo admite
Se lo escuché a la protagonista de una película sobre la masacre que llevaron a cabo los turcos contra los armenios en la I Guerra Mundial, cuando todo estaba perdido menos la poca vida que pudiera quedar en el futuro después de tamaña hecatombe, sólo unas cuantas semillas.
A España la están mutando con la ayuda apagada de una sociedad que todo lo admite, del buenismo irracional que elude el esfuerzo de pelear por lo que se quiere guardar y por lo que se quiere cambiar, que le da igual ya lo que digan y hagan unos y otros porque está de la política hasta las narices.
Vivir esta transformación basada en esos «cambios de opinión» o de «hacer de la necesidad virtud» ha aplanado a mucha gente, a mucha más de la que nos creemos. Cambio aparentemente incruento, como una suerte de anemia política, pero que está dejando a las familias en la cuneta de la pobreza. Nos están acostumbrando a que la mentira sea la anestesia que duerme nuestras libertades y lo que es peor, a desconfiar tanto de esta gente que, cuando afirman algo, instintivamente, sacamos la conclusión de que van a hacer lo contrario. ¿Qué clase de sociedad estamos transmitiendo a los más jóvenes y a los niños?
Siete fueron los penúltimos votos de la vergüenza como siete fueron los Niños de Écija. Antier el indulto o la supresión de delitos claves a tener en cuenta en el buen hacer de un político, ayer la amnistía y, hoy, el ayuntamiento que también se dijo y se afirmó que nunca se daría. Pero, ay, el pago de aquellos siete votos nos han traído al de estos otros cinco. Y mañana serán otros. «Éstos son mis principios, pero si no les gustan, tengo otros».
No sé si resistirá la legislatura los cuatro años, pero ya se nos ha dicho que se va a levantar un muro contra los que no piensen como ellos. Y el que avisa no es traidor. ¿Un muro para ocultarse y gobernar a base de decretos? ¿Un muro para que no se vea lo que hace? ¿O un muro para atraparnos y cerrar nuestras libertades?... ¡Qué pena! Hace 35 años que cayó el abominable muro de Berlín y ahora, nos anuncian que se va a construir otro muro.
Europa nos mira con cautela y el Occidente también. Mientras, la cuenta sigue subiendo y la deuda amontonándose para las generaciones venideras o para que se la vayan cobrando en el extranjero embargando bienes públicos allende nuestras fronteras, como parece que han empezado ya. Aún me acuerdo de la retención que hizo la justicia ghanesa desde el 4 de octubre hasta el 12 de diciembre de 2012 del Buque-Escuela «Libertad» por una deuda contraída por Argentina con uno de esos fondos buitres. Y menos mal que ese 12 de diciembre el Tribunal del Mar mandó levantar el embargo, pero qué sofocón se debió de llevar su dotación, su Marina y la propia nación por culpa de aquellos políticos.
Nuestra venganza está en sobrevivir, sí, en superar toda esta anómala legislatura donde, por sus propios intereses, se han coaligado las izquierdas con las derechas más recalcitrantes del separatismo. No nos vengamos abajo. Sobrevivir y tomar fuerzas para algún día saltar ese muro con el liderazgo de una buena oposición que apueste por tomar una verdadera posición y reconduzca este desaguisado, pues la convivencia se está poniendo muy difícil y nada ayuda que encima, el gobierno, para infiltrar más encono, levante ese muro que, a un lado, favorezca a quienes se aprovechan de todo y, al otro, a quienes quiera silenciar y marginar.
Mañana acaba este año de pactos antinatura. A todos ustedes les deseo mejores tiempos, aunque nos los hayan puesto más caros ya. Y a nuestros representantes políticos, de izquierda, derecha o de centro, pero españoles, que se esfuercen y respondan a nuestros mandatos. Nosotros, mientras, a no decaer, a sobrevivir para volver a votar y… a botar.
