OPINIÓN
Del tren botijo al móvil
España arde, la gente muere entre llamas y el fuego devora casas, campos, vacaciones, paisajes, bosques o ganados
Cádiz
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Iniciar sesiónA finales del XIX, en el incipiente negocio de los ferrocarriles españoles, nacieron los trenes botijo, llamados así porque, dada cuenta de la tardanza en sus trayectos, sus pasajeros acudían provistos de viandas, así como de uno de los mejores refrigeradores de agua que hemos tenido los españoles durante años, el botijo.
Desde luego hoy, siglo y medio después, con Sánchez el transporte ferroviario sigue en modo botijo. Hoy, coger un tren es jugársela. Ni sabes cuándo vas a salir, ni cuando vas a llegar ni cuántas horas te van a tener parado en medio de la nada. Y sin botijo. Porque la izquierda no sabe conjugar el verbo mantener, que ya hablaremos de eso otro día.
España arde por doquier y este personaje, en vez de remangarse y ponerse a trabajar, no hay día que, como el que nada tiene que hacer que hacer un meme, no nos largue uno o más contra el PP, no sé ya si a costa propia o del Erario, puesto que tampoco sé si el móvil se lo satisface el cargo o se rasca él su bolsillo para comprarlo y mantenerlo.
Leía hace unos días que los investigadores que trabajan en Atapuerca han descubierto que nuestros ancestros ibéricos se comían unos a otros. Atapuerca está en la provincia de Burgos que, como saben ustedes, linda con Palencia, Cantabria, el País Vasco, La Rioja, Soria, Segovia y Valladolid.
Hasta ahora siempre había oído que el primer pecado del español era el de la envidia, pero, bueno, de casta le viene al galgo. Por fortuna, la antropofagia está erradicada hace muchísimos siglos, pero la de masticar, ¿eh?, que la de largar contra los demás, no sólo no se ha acabado, sino que se ha multiplicado a la enésima potencia. Y para muestra un botón, o varios, que hay que ver el empeño de este hombre en darle al botón. No sé si lo hará desde el despacho, en la media hora del bocadillo, o si sale a la puerta del Ministerio para fumarse un cigarrito. Energía botonera, obsesión manifiesta.
España arde, la gente muere entre llamas y el fuego devora casas, campos, vacaciones, paisajes, bosques o ganados. Y entrecoge las almas de esa España vaciada que no se digna visitar Sánchez no vaya a pasar otro Paiporta. Pero es que, ni a estos fuegos, ni a esos otros donde también arde quién es quién en la política internacional.
La gente abandonada en el tren o tirada por los suelos de aeropuertos y estaciones y al ministro del caos no se le ocurre mejor cosa que escribir memes mientras los trenes se paran. Si por lo menos repartiera botijos con agüita fresca…
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