OPINIÓN
Sopa de letras
Dura será la experiencia pero España, enfrentada durante años, lo consiguió en 1978, aunque ahora estas letras nos toque pagarlas otra vez
Las hay de invierno en sus buenos caldos de puchero. Y de verano, en pasatiempos. Y ahora en el Congreso con tantas formaciones políticas como las que allí se han asentado.
Al bloque de izquierdas han ido la mayor parte de letras, incluidas las derechas catalana o vasca. Al otro lado, el centro del PP, UPN y CC. Y, al margen, VOX a lo suyo, que no sé por qué me trajo al magín el título de la novela de García Márquez, «Crónica de una muerte anunciada».
En el Congreso ganó la candidata socialista, muy de los países que es ella, quien, empoderada de presidencia, ya dejó antier bien claro el futuro dictando, sin consulta conocida, su primer Ordeno y Mando, permitir jurar o prometer el cargo con cualquier fórmula y en cualquier lengua. Sin anestesia previa, para que se supiese bien prontito quién está al gobernalle.
Desde la vicepresidencia de Guerra, creo recordar, cuando lo del PRD de Garrigues y Roca, se nos ha ido acostumbrando a los españoles con el karaoke de los informativos de la tele y ahora sólo tendrán que buscar sitio para los nuevos taquígrafos e intérpretes de lenguas por contratar a fin de que transcriban y traduzcan los debates de sus señorías en sus distintas variantes, esto es, catalán-castellano, catalán-gallego, catalán-valenciano, catalán-vasco, vasco-catalán, vasco-gallego, vasco-valenciano, vasco-castellano, gallego-valenciano, gallego-catalán, gallego-valenciano o gallego-castellano, más los de signos multiplicados por todos ellos de nuevo. Y sus sustitutos para descansos y turnos. Ah, y contratar gente para las imprentas del BOE o los Diarios de Sesiones a espera de ver qué pasa con el aranés, el bable, la fala o el portugués rayano, por ejemplo.
Se presenta una singular torrecilla de Babel. Se hablarán todas las lenguas para que cada vez nos enteremos menos. Total, ya habíamos dejado de enterarnos bajo el imperio de los decretos-ley y, más, desde que sus señorías se vinieron abajo con el Covid abandonando sus escaños.
El PP se tendrá que aplicar bien en el Senado y que se estudien bien las pocas proposiciones que, con este aviso para navegantes del jueves cual filtro, puedan llegar del Congreso desde la ideología de la izquierda. Que instrumenten adecuadamente las correcciones por formular teniendo en cuenta, sin el concierto de Vox, supongo, puedan volverse cómodas y convenientes a las derechas nacionalistas para que no tengan más remedio que apoyarlas a su vuelta porque, la verdad, no veo yo a los de Neguri votando con Bildu, ni a los del «seny» burgués haciéndolo con los de ERC. Ni a ninguno de ellos dos apoyando los experimentos de Sumar con ese caleidoscopio de siglas dentro y fuera de sí. Pienso más bien que, con esa segunda lectura, puedan quizás congraciarse alguna vez con sus electores, que cada vez son menos, y que encuentren la oportunidad de aprovechar las enmiendas del Senado construidas por un centro derecha moderno y que ellos no podrían nunca plantear en el Congreso porque, si no, se van a tener que dar de bruces con la realidad de una España que quiso ser para todos pero que ahora se pretende sea sólo de la izquierda.
A los senadores se les tenía menos mirados que a los diputados, la verdad, pero ahora son los que van a tener que trabajar más, rumbo al interés general. Habrán de esforzarse y enriquecer sus debates, sus comisiones informativas, sus procedimientos de control e impulso político. Concertar sus competencias con las de las Comunidades Autónomas, mirar bien por el fondo de compensación territorial o elegir adecuadamente los miembros de los Altos Tribunales y otras Instituciones que le competen.
Dura será la experiencia pero España, enfrentada durante años, lo consiguió en 1978, aunque ahora estas letras nos toque pagarlas otra vez.
