Opinión
Sobrecogido
Tenemos un presidente de gobierno sin primera dama, aunque casado, que aparenta no gustar de asistir a celebraciones religiosas, al menos a las católicas
El fallecimiento del Santo Padre no nos ha cogido de imprevisto, ciertamente. Arrastraba una grave dolencia y había pasado una larga, larguísima estancia en el Hospital. Su edad, además, racionalmente avanzada, tenía muchos números como que para no le cayese el gordo. Y le tocó, ... porque es más que probable que hoy nos pueda ver desde esa Eternidad a la que todos estamos llamados, feliz con su destino después de haber trabajado arduo y duro por los demás durante tantos años.
Hoy se celebrará en el Vaticano su funeral y supongo que, por parte de la Iglesia, respetándose todos sus deseos de morir como vivió, separado del boato y próximo a quienes tienen menos o no tienen nada. Su misión de pastor ha terminado pero su ejemplo de vida y su carisma marcarán, sin duda, un hito.
En esta jornada de luto y exequias va a estar mucha gente importante, tanto que de seguro se moriría de nuevo si tuviera que celebrarla él mismo. Políticos de todo signo y credo, reyes y reinas, presidentes y primeros ministros, clérigos de los suyos y de los que no lo fueron. Una multitud en torno a un ritual muy severo y muy bien conformado. Y veremos cosas singulares, casi seguro.
Pero no veremos a otros. A unos porque el peso internacional de la Justicia les tiene acogotados, entiéndase Putin o Netanhayou. A otros por coincidencias de actos y celebraciones previamente concertados, pero hay otro que no estará porque no ha querido estar. Y eso ya es más delicado.
Los españoles tenemos un Jefe de Estado que es el Rey y una primera dama, permítanme la cursilería, que es S.M. La Reina, con derecho, que seguro que no ejercitará, de presentarse en ese mundo negro de lutos vestida de blanco. Pero con derecho.
Y tenemos un presidente de gobierno sin primera dama, aunque casado, que aparenta no gustar de asistir ni con ella ni sin ella a celebraciones religiosas, al menos a las católicas.
La segunda vicepresidenta, como no sabe más que lo que sabe, se tiró al monte y nos afirmó que Sánchez no podía ir porque iba el Rey, pero así es ella, no da para mucho más, qué le vamos a hacer.
Sobrecogido me ha dejado este camino hacia la muerte con las botas verdaderamente puestas, pero más sobrecogido aún me deja este presidente por poner por encima de su oficio el ego de su autocomplacencia. Total, si hubiera ido, que ojalá haya cambiado a la hora de escribir esto, según el protocolo vaticano iba a tener a su lado nada más y nada menos que al ego de los super ego, el modesto Trump.
Sánchez, ocasiones que se van para no volver jamás.