OPINIÓN
«El Centro»
Hace años que no existe ese centro ni esa cordialidad, ni las buenas maneras ni el entendimiento que los de la Transición pudimos sentir y vivir
Es el escenario político más deseado en España y cuesta muchísimo recuperarlo. No sé ya, con esta ley electoral que tenemos, cuándo podremos volver a vivirlo. Hubo un centro izquierda que moderara las ansias marxistas de ciertos partidos al que dio pátina Felipe González. Y ... un centro de derechas que promovió la UCD y que, tras su disolución y la de las viejas derechas que rebajaron muchísimos hábitos traídos del antiguo régimen, se unieron después en el actual PP. Los de más allá formaron después VOX y las izquierdas múltiples partidos, pero se buscaba libertad, igualdad o entendimiento renunciando a la antigua radicalidad y al cruel enfrentamiento que ha vuelto a imperar.
Viví la formación de ese centro cuando algunos partidos convergimos en la UCD y, tras la apuesta del partido Demócrata Liberal de Andalucía con aquella maravillosa Federación que liderara nuestro añorado Joaquín Garrigues Walker, mis siguientes vivencias me llevaron a formar parte del primer Comité Ejecutivo Provincial de la UCD en Sevilla.
Recién cumplidos los treinta no hacía tanto que había terminado mis estudios de Derecho en Sevilla cuando me encontré formando parte de ese Comité de seis miembros compuesto por dos social-liberales, mi Rector y Catedrático de Administrativo, Clavero Arévalo, y mi Catedrático de Economía Política, García Añoveros; dos demócratas cristianos, uno, mi Catedrático de Procesal, Gutiérrez Alviz y, el otro, un Abogado del Estado, Serrera; la cuota liberal la formábamos Soledad Becerril y este servidor.
Recuerdo con agrado los encuentros en los que algunos liberales, en UCD o no, coincidíamos los viernes en un establecimiento sevillano con quienes después fueron importantes figuras en el PSOE nacional. En distintos sitios, claro está, pero encuentros que facilitaron la cordialidad y el entendimiento respetándonos siempre nuestras diversidades y naturales posturas contrarias en lo político.
Hace años que no existe ese centro ni esa cordialidad, ni las buenas maneras ni el entendimiento que los de la Transición pudimos sentir y vivir. Hoy prima el encono, la mala leche y el odio. Un feroz egoísmo, desdén e inquina, amén de una suerte de codiciosos separatistas aprovechados de la debilidad del actual gobierno.
Viví intensamente aquellos años del centro político y hoy, como muchos españoles más, aunque tenga delante ese muro levantado por unos contra otros, sigo esperanzado con que algún día emerja de nuevo ese centro cuando los políticos tengan como objetivo no sólo los votos, sino también los individuos. Un centro que admita su pacífica alternancia.
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