OPINIÓN

Argumentarios

Ni sus nombres se recuerdan con facilidad. Ni a su vuelta desde la capital dan explicaciones

Enrique García-Agulló

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Hace ya tiempo que los políticos sólo hablan de lo que les dice el jefe que hablen. Cada día les mandan unos renglones que reflejan la sintonía de lo que los asesores han escrito para el jefe y éste, desde su incontestable autoridad, impone cuál será la consigna del día para todos ellos, el guion que seguir pregunten lo que se pregunte o demanden lo que se demande. Que nadie ose salirse del guion y diga otra cosa porque, muchas veces, y muchas van ya, esas situaciones acaban en tragicomedia con esas correcciones inmediatas a las que se ven obligados porque ese día se les olvidó aprenderse el argumentario ya que ahí sí que hay un solo sí o sí, aquel de Guerra, «el que se mueva, no sale en la foto».

Los argumentarios y el tiempo verbal del gerundio para contarnos cómo no hacen lo que tendrían que hacer, forman la piedra angular del común de nuestros criticables representantes políticos, personajes en su mayoría poco formados en otras lides que no sean las de los serpenteantes senderos de ascenso en su partido.

¿No les choca a ustedes que, salvo contadas singularidades, sigan subiendo a la tribuna de oradores los políticos para leernos los párrafos que les han escrito? El actual parlamento de la Nación, más que un templo de la palabra se ha convertido en un cansino salón de lecturas con la chuleta a la vista, sin expresión personal alguna. Peor aún, como leen esos argumentarios por mandato, les pasa lo que les tiene que pasar, que no los asimilan como cosa suya dejándose vislumbrar que sólo son expresiones de su comunidad.

Estos distanciamientos de la espontaneidad y, por ende, de su cuestionable sinceridad, han ido abatiendo nuestras expectativas de ver a uno de los nuestros defendiendo nuestras cuitas en tan solemne auditorio y, desafortunadamente también, alientan el creciente y amenazador desapego entre políticos y votantes pues pocos, cada vez menos, nos hacen llegar qué han dicho y han hecho por nuestras cosas como diputados y senadores a los que hemos votado en nuestras propias circunscripciones. Ni sus nombres se recuerdan con facilidad. Ni a su vuelta desde la capital dan explicaciones.

Esta semana, de argumentario, tocó lo de «gente de bien». Con tantas escamas en la piel, con las corazas que portan y con tanta frialdad de sus tantos asesores, yo no sé qué sarpullido les ha entrado con Núñez Feijoo por decirlo. Con tantas transformaciones llevadas a cabo en el lenguaje cotidiano al que nos quieren someter y tanto eslogan con el que nos quieren transformar, vuelven a traspasar las lindes y, en su cortedad habitual, ya han mandado definir que gente de bien quiere decir gente de derechas y que por eso el líder de la oposición lo suelta, porque se quiere referir a sus posibles votantes y no al resto de quienes conforman esta variopinta sociedad española.

Gente de bien es la mayor parte de la gente. Gente de mal, en todo caso y dentro de los obligados parámetros de la piedad y de la compasión, serían, (y sólo temporalmente y hasta que su pena se extinga), aquellos personajes, pobres de ellos, que por hacer algo mal a la vista de las leyes que hacen nuestros políticos, la justicia los ha tenido que declarar autores de algún delito por no ser buenos, privándoles de libertad, condenándoles al pago de multas o apartándolos de sus cargos y funciones.

Con esto quiero decir que la gente de bien es el común de la sociedad, sea de derecha, de centro o de izquierda, pero estos políticos contemporáneos, ministros, parlamentarios o ediles, repiten cada día y sin piedad lo que se les manda. Qué paradoja, personas tan respetadas como Marcelino Camacho o Nicolás Redondo, que aparentemente no fueron de centro derecha, para estos lectores de argumentarios no hubieran podido ser hoy tenidos por gente de bien…

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación