Un patrimonio que hay que conservar

En LA VOZ realizamos un recorrido maravilloso por los inmuebles más destacados de la mano del prestigioso arquitecto José María Esteban, una eminencia en su gremio. Paseamos por las murallas, nos paramos en las dos aduanas, la vieja y la nueva; miramos al cielo contando los ladrillos del Falla y nos recreamos con el cinturón universitario, al que le falta el engarce de Valcárcel, el broche de oro, la hebilla dorada.

El vistazo casual puede henchirnos de orgullo, pero en la mirada larga apreciamos numerosas deficiencias. Existen zonas del recinto amurallado por donde se observa que el paso del tiempo y la dejadez administrativa han causado profundas heridas difíciles ya de restañar. El Palacio Provincial de Diputación, 'labrado' con la singular y gaditana piedra ostionera, necesita protección para mantenerse ante las duras condiciones atmosféricas de la ciudad. El Gran Teatro Falla, símbolo universal del Carnaval y probablemente la segunda imagen icónica de la capital (detrás del Campo del Sur con la Catedral), ha sufrido el vandalismo de aquellos que le han arrancando sus ladrillos 'coloraos' como si fuera la piel a tiras.

Y la indignación reverbera en Valcárcel. El antiguo hospicio del siglo XVIII ha sufrido ataques de todo tipo, desde 'okupas' a salvajes pasando por los propios políticos, porque la inacción también es una maniobra, en este caso fatal.

Cádiz disfruta de un maravilloso patrimonio arquitectónico que merece el cuidado de todos, porque con tanta luz también se reconocen las sombras de la decadencia y la desidia. En un lugar donde por falta de terreno es casi imposible construir, sería conveniente dejar de destruir.