APUNTE

Lo mejor de cada hospital

El nuevo incremento en las cifras de trasplantes es la mayor luz del sistema y reconforta en plena tormenta sanitaria

El apunte

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El hospital universitario Puerta del Mar de Cádiz suele estar dentro de un debate político, y social, frecuente. Desde que la Junta del PSOE lo declarase obsoleto en 2005 para anunciar la construcción de otro –aunque luego guardó el proyecto en un cajón para los restos–, es motivo de discordia. Aún más en mitad de una época, pospandémica, en la que las condiciones de la sanidad pública, y sus trabajadores, se ha convertido en una preocupación ubicua y constante. Hasta la falta de médicos es, esta misma semana, motivo del pimpampún permanente entre gobiernos, entre instituciones y partidos políticos. Todos son debates convenientes, cuando no ineludibles. Cosa distinta es que sirvan para aportar avances o soluciones.

Mientras ese incuestionable espíritu crítico se mantiene activo, una realidad paralela nos despierta. De forma simultánea a todas las disputas y carencias, a todos los malentendidos y las discrepancias, sobrevive la mayor fuerza de la medicina, de cualquier sistema de salud, de toda sociedad que se precie de serlo: la humanidad. Esa condición tiene en la solidaridad con el que sufre una de sus manifestaciones esenciales. El número de donantes y donaciones, de trasplantes, creció en el hospital de referencia de la provincia por encima del 20% el pasado año 2022. Ese incremento se da en un centro, en una tierra, en una comunidad, en un país en el que ya eran de los más altos del mundo porcentualmente. Ellos, los sanitarios que permiten que esos procesos técnicos –considerados milagros hasta hace pocos años–, y sobre todo los donantes son los encargados de recordarnos que mientras personas así existan habrá esperanza.

Esos médicos y enfermeros, esos administrativos y limpiadoras, pero sobre todo las familias que deciden donar son la mejor cara de cualquier hospital, viejo o nuevo. Son los que dan brillo a la excelencia y la solidaridad, a lo mejor de la medicina y la ciudadanía. La generosidad de unos y la entrega, más la capacitación, de los otros ha hecho posible elevar el registro de trasplantes, especialmente los renales, una vez más. El primero se realizó en 1982. Son 41 años de trayectoria y vida. Con el inevitable parón pandémico de por medio, las cifras no han dejado de crecer nunca. El aumento de efectividad en la aplicación de unas técnicas que mejoran las vidas de los receptores es asombroso y merece reconocimiento. Aún más la grandeza, discreta o anónima, de todos los que lo permiten.

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