APUNTE
Medidas reales
La sequía se ha convertido en el gran desafío, y mientras España se incomunica en cuatro lenguas, en la provincia se cortan duchas y lavapiés en la playa
La sequía se ha convertido, indiscutiblemente, en el gran desafío de España. Aunque al Gobierno actual, en disfunciones, le preocupa más que se le seque la lengua a sus aliados y por ello en lugar de fuentes hablan de pinganillos, en vez de embalses, de amnistías . Habrá que explicárselo en los cuatro idiomas para que lo entiendan, y lo asuman.
Este problema de dimensiones descomunales afecta en múltiples sentidos. No sólo en su consumo, lo más obvio, sino por supuesto en los cultivos y por tanto en la subida del precio de los alimentos de primer nivel, como el aceite, la fruta, la verdura, las legumbres y hortalizas, y hasta la carne. Multiplica la posibilidad de incendios al estar los campos secos y hasta se estudia su incidencia directa en la salud mental.
¿Qué se está haciendo? De momento, cerrar los grifos de las duchas y los lavapiés de la playa. Hacen falta medidas reales y no de cara a la galería. Soluciones certeras sin caer en el populismo. No parece que cortar el grifo en algunas localidades costeras sea muy efectivo más allá de querer crear una concienciación en la población. Porque si de verdad se ahorra con esta fórmula, ¿por qué se ha adoptado a estas alturas, a mediados de agosto, cuando se encara la recta final del verano? ¿Alguien pensaba que iba a llover en junio o julio, en plena época estival? Es muy dudoso encontrar una respuesta convincente.
Mientras, los embalses gaditanos van reduciendo su capacidad y se quedan por debajo del 20%. Una cifra exigua, que sólo hace decrecer y va agotando las reservas. En varios municipios de Huelva ya hay restricciones (cortes de agua por la noche) y si eso ocurriera en Cádiz sería un daño tremendo para los hogares... y para la hostelería y el turismo.
Es un problema superlativo que exige una respuesta común, pero hasta la fecha sólo los ayuntamientos están actuando de forma individual como si gota a gota se llenara el vaso. Tanto la capital como San Fernando trabajan para que el baldeo de las calles se haga con agua no potable. Buena maniobra a la par que insuficiente. Hacen falta medidas reales.
