OPINIÓN

Una huelga sin razón

Los más radicales del sector del Metal siguen con su escalada de protestas en la industria de Cádiz

El apunte

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La Coordinadora de Trabajadores del Metal (CTM) busca su minuto de gloria. El despido de cuatro trabajadores de la subcontrata naval Mecamensol, que presta sus servicios de mantenimiento en las instalaciones de Navantia, en Cádiz, ha sido la excusa perfecta para montar una revolución en mitad del verano. Cabe recordar que los primeros en hacer un paro simbólico en favor de estos trabajadores fueron, precisamente, el colectivo de empleados del Metal de los tres astilleros de Cádiz, sin embargo, la Coordinadora decidió seguir con las protestas y radicalizar sus acciones. La última hazaña de los simpatizantes de la Coordinadora tuvo lugar el pasado domingo en Cádiz durante el mitin de la ministra de Trabajo y candidata de Sumar a la presidencia de Gobierno, Yolanda Díaz.

Los trabajadores trataron de boicotear su discurso. Esta Coordinadora, amparada por sindicatos minoritarios como CGT, Autonomía Obrera y el SAT se ha erigido en defensora a ultranza de los intereses de la clase obrera o, al menos, esa es la filosofía que predican cada vez que toman las calles para reivindicar mejoras para los trabajadores del Metal. Se da la circunstancia que esta Coordinadora no cuenta con representación en ninguno de los comités de empresa de la industria auxiliar y tampoco tienen presencia en las mesas de negociación donde se debate el convenio colectivo.

Se trata de un colectivo muy minoritario, pero que hace mucho ruido. Ahora han aprovechado la ocasión para poner el foco en el astillero de Cádiz y convocar para el próximo lunes una huelga indefinida entre las empresas auxiliares que trabajan en estas instalaciones. Tanto UGT como CC OO, incluso la patronal FEMCA, han advertido que la Coordinadora no tiene competencias para convocar una huelga ya que no tiene representatividad y apelan a la Subdelegación de Gobierno y a la Inspección de Trabajo para que aborte la protesta.

Precisamente, la factoría donde han puesto el ojo se encuentra a pleno rendimiento con la reparación de tres barcos y se espera la llegada de otros tres en las próximas semanas, lo que significa que una movilización de estas características pondría en peligro la carga de trabajo. Nadie piensa en que la Coordinadora pueda parar un astillero, pero sus piquetes en la puerta de la factoría son suficientes como para impedir el acceso de quienes quieren acceder a su puesto de trabajo. Se trata, por tanto de una huelga injustificada que pasará factura al sector. Por ello sería conveniente que las administraciones públicas tomaran cartas en el asunto antes de que sea demasiado tarde.

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