opinión

Carmen Sevilla y otros mitos de la pantalla

Carmen Sevilla despedía un aura que he apreciado en pocas actrices salvo Sara Montiel o Penélope Cruz

Eduardo Moyano

No es fácil recordar a Carmen Sevilla por una gran interpretación cinematográfica, pero si evocar su enorme presencia en la pantalla , la televisión o los escenarios. Fue una de esas mujeres que por su carisma y su belleza se convirtió en todo un referente durante varias décadas hasta que se retiró definitivamente en 2011 a los 80 años, aquejada ya de la enfermedad de Alzheimer. Su forma de presentar entre desenfadada y despistada el programa de TVE «Cine de barrio» fue todo un referente en la tarde de los sábados.

De cerca, Carmen Sevilla despedía un aura que he apreciado en pocas actrices salvo Sara Montiel o Penélope Cruz que son de las que se han comido literalmente la pantalla. Las tres coquetearon con Hollywood ,si bien Carmen Sevilla lo hizo por estos lares ya que en los sesenta del siglo pasado varias de las superproducciones que llenaron salas de todo el mundo se rodaron en España. La recordamos, por ejemplo, en el drama bíblico Rey de Reyes; en Marco Antonio y Cleopatra junto a Charlton Heston ; en La venganza, de Juan Antonio Bardem compartiendo protagonismo con Raf Vallone y Jorge Mistral o en Violetas imperiales con Luis Mariano como partenaire.

Fueron casi setenta películas en las que intervino hasta que se retiró del cine en 1978 pero, su enorme popularidad hizo que se convirtiera en musa y objeto de deseo de los soldados españoles en el Sahara cuando fua a visitarlos, cantando y bailando con imágenes que emulan a Rita Hayworth y Marilyn Monroe en sus visitas a las tropas norteamericanas destacadas en diferentes conflictos bélicos.

Supo seducir con la mirada y contener con una sonrisa a quienes la deseaban. No le hizo falta desnudarse en aquellos años del destape en que jóvenes aspirantes a actrices y veteranas que buscaban relanzar su carrera, encontraban cualquier excusa del guion para salir ligeras de ropa. Poco antes de la muerte de Franco y sobre todo durante la transición las salas se poblaron de duchas y de secuencias en que era conveniente cambiar de vestuario. Nunca se vieron tantas actrices y algún que, otro actor tan limpio como los que protagonizaban aquellas cintas.

Carmen Sevilla bandeó el destape, aunque en alguna película mostrara algunos centímetros de piel, pero a diferencia de las actrices que poblaban la pantalla aquellos años es de las pocas que ha pervivido en el recuerdo. Ya he dicho que no nos acordaremos de ella por interpretar grandes papeles, pero si tengo en la memoria su interpretación, sobre todo, en No es bueno que el hombre esté solo, de Pedro Olea, película de 1973 y justo un año antes de que Berlanga rodase Tamaño natural. Ambas tienen en común a dos hombres solitarios que encuentran en las muñecas la manera de evitar la soledad y satisfacer los deseos.

Carmen Sevilla fue objeto de deseo, pero sobre todo una mujer plena de naturalidad y cercanía que nació en Sevilla pero fue en la pantalla «La bella de Cádiz».

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