El adiós a Carlos Saura es el de una parte esencial de nuestro cine

Fue un aplauso unánime en recuerdo de uno de los creadores que más han hecho por el cine español y que ha estado detrás de la cámara hasta el final de sus días. No siguió nunca una línea marcada y su cine es un verso libre, una cinematografía que no se plegó a ninguna moda o tendencia. Solo una semana antes de fallecer estrenó en toda España su documental «Las paredes hablan» en que estudia la relación existente entre las pinturas rupestres y los grafitis actuales. Siempre inquieto, siempre creativo Carlos Saura recibió el Goya a toda su trayectoria demasiado tarde, como suele ocurrir en los reconocimientos de quienes dedican su vida a la cultura .Este premio no han llegado hasta que los Goya han cumplido 37 años si bien, es cierto que, recibió la Medalla de Oro de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas en 1992.

Son innumerables las distinciones y los premios que ha obtenido en todo el mundo desde casi los inicios de su carrera cuando en 1966 ganó el Oso de Plata a la mejor dirección por «La caza», uno de los títulos claves en la historia del cine español, en que Saura mostró uno de los temas que más le preocuparon durante toda su vida : la guerra civil española que él vivió en su infancia. «La caza» es una metáfora sobre la guerra civil pero también mostraba la falta de escrúpulos para enriquecerse fácilmente o la tiranía sexual impuesta por el régimen.

En una de las ocasiones en que tuve la suerte de entrevistarle en su casa de Collado Mediano, en la sierra de Madrid donde ha fallecido, Saura consideraba que aún no se había hecho la gran película sobre aquella contienda en que los españoles se mataron entre sí. En aquella ocasión le entrevisté a raíz de la publicación de su primera novela, «Esa luz» situada durante la guerra civil y sus consecuencias que aparece en buena de parte de su filmografía y explícitamente en «Ay Carmela», la película por la que obtuvo numerosos Goya y es posiblemente la más comercial de toda su carrera.

A quienes amamos el cine, Carlos Saura nos abrió otras perspectivas y nos acercó en nuestra adolescencia a otra cinematografía más creativa y simbólica que trataba de contarnos realidades ocultas en nuestra sociedad. Sus películas «Peppermint Frappé», «El jardín de las delicias», «La Prima Angélica», «Cría Cuervos» sorteaban la censura de la época .

Era cine de autor en estado puro y el que en mi caso me abrió las puertas de la nouvelle vague, el free cinema británico o el cine independiente norteamericano. Aquel cine de Carlos Saura alimentó nuestra curiosidad por otras cinematografías y por temas que comenzaron a suscitar nuestro interés.

Pero Saura no solo representa aquella época sino la de un creador que mostraba continuamente su preocupación por el tiempo que vivía («Deprisa, deprisa», «Taxi», «El séptimo dia»…) por quienes siempre admiró («Goya en Burdeos», «Buñuel y las minas del rey Salomón»…) o por expresiones artísticas y culturales como la danza y el cante ( «Bodas de Sangre»; «El amor brujo», «Carmen», «Flamenco», «Tango», «Jota»…) Ficción o documental, fotografía, era impresionante la colección de cámaras que tenía en su casa de Collado Mediano, director de Teatro y de Opera, escritor, Carlos Saura lo fue todo. Un creador irremplazable que deja un hueco enorme en la cultura española.