La mierda que somos

La autoayuda —la lectura más habitual en las listas de best sellers—, las nuevas terapias, la cantidad de contenido enfocado al autoconocimiento, la proliferación de psicólogos, coaches y escritores que nos bombardean continuamente con la idea de centrarnos en nosotros mismos, en nuestra mente, en nuestros hábitos, no nos ayuda a entender la mierda que somos. Así lo recalcan filósofos muy críticos con el sistema, como Slavoj Žižek, llamativo intelectual esloveno con una fuerte tendencia al nerviosismo y a los ejemplos, cuanto menos, polémicos.

La verdad es que, para mejorarnos y darnos cuenta de la mierda que somos, no hacemos bien en seguir mirando cada cosa que nos pasa por dentro, intentando buscar una mejora infinita que nunca llegará. Creamos, al modo más capitalista posible, más y más deseos de cambio, de mejoras: mejor físico, mejor mente, mejor coche, mejor pareja… lo mejor de lo mejor.

No podemos permitirnos un pequeño deje, algo de sana neurosis, lo que viene siendo disfrutar del agradable paseo de la vida comportándonos, de vez en cuando, como locas del coño. La vida no nos va a avisar para preparar nuestra meditación, para que todo sea eficiente; eso no es vivir en la realidad. La vida te golpea y no te deja tiempo para planes.

Sin embargo —y aquí coincido con Žižek—, ocúpense de algo que no sean ustedes mismos, un bien un poco más grandioso: crear arte, liderar causas justas, dedicar algo de tiempo a los demás. Ayuden para ayudarse, para darse cuenta de que hay algo más aparte de la mierda que somos. Yo incluido.