Opinión
Somos mejores que ellos
Hay ciertas verdades, universales y profundas, que uno va descubriendo con el paso de los años
Hay ciertas verdades, universales y profundas, que uno va descubriendo con el paso de los años, con las décadas. Al principio todo era nuevo. Y cuando digo al principio, me remonto a los 18 años, a los veinte como mucho.
Había que descubrir el mundo, ... y su verdadera cara se volvía cada día más devastadora. El sistema, en términos generales, nos había prometido un sinfín de cosas que no llegaban, a pesar del esfuerzo, del trabajo, de la constancia. No llegaban porque nadie nos explicó lo del factor suerte. Nadie nos dijo que no todo dependía de nosotros.
Había también otras verdades, esas que uno empieza a entender tras unas cuantas votaciones. Después de ocho años y dos domingos de urnas, los más listos empiezan a intuir de qué va el juego. Los demás, con un poco más de tiempo, también lo van comprendiendo.
Después de montar una empresa. Después de cambiar de rumbo, del transporte a la cultura, pasando por el turismo. Después de trastear con medios digitales, de enfrentarte a una mesa electoral porque te ha tocado. Después de tener dos hijas. Después de sufrir la inflación. Después de ver cómo los pillaban —sí, como los pillamos todos— con las manos en la masa.
Después de todo eso, uno empieza a entender.
Entiende que lo verdaderamente importante está a dos metros de distancia. Que lo que sí podemos cambiar está cerca. Votar en blanco, tal vez, porque valemos más que esta gente que ha hecho del sistema político su coto privado.
Ser más educados. Estar mejor preparados. No dudar en ayudar al vecino. Cuidar a nuestra comunidad. Recuperar eso que nos hace verdaderamente humanos: la capacidad de actuar por el bien común. De ser animales políticos.
Durante el COVID lo hicimos. En la ruina del DANA también. Nos organizamos. Ayudamos. Estuvimos a la altura.
Somos mejores que todos ellos.