OPINIÓN

Mis tres amores

Si hablo del amor verdadero, el de la entrega, tendría que mencionar cada una de las cosas que tienen sentido en mi vida

Durante el día de hoy nos veremos invadidos por anuncios publicitarios, artículos de prensa, comentarios y posts en redes sociales. El Día de San Valentín no pasa desapercibido en esta sociedad tan crítica en la que nos ha tocado vivir. Aunque siempre depende de lo ... que critiquemos.

Así que hay varios «Días de San Valentín». Quizá los dos más importantes sean el «Día de San Valentín» para los impertinentes y la gente quemada, y el «Día de San Valentín» para los ñoños, para las personas que desean arreglar todo con una tarjeta y una caja de bombones una vez al año, y si te he visto no me acuerdo.

Personalmente, yo culmino el Día de San Valentín cada año reflexionando, como recordando una sucesión de imágenes acumuladas durante todo el año. Al escribir sobre hoy, sobre el amor, he sentido que no tenía que limitar mi mensaje y mi reflexión.

Si hablo del amor verdadero, el de la entrega, tendría que mencionar cada una de las cosas que tienen sentido en mi vida. Sin embargo, hay quizá tres prioridades hoy en día que hacen que manifieste mi amor como hombre, ser humano y persona digna de sentir lo que me dé la gana. Ahí es donde está el amor, creo yo, en la no renuncia a la entrega total, en cuerpo y alma. El amor en estado de libertad.

Así, la manera más sincera de explicar mi amor hacia las personas que me remueven por dentro es tal y como estoy describiendo. Y cada vez que siento amor pienso en tres personas concretas de mi día a día.

La primera de ellas me enseñó a amar de una manera que nunca había experimentado. La mujer que quiero, con la que he construido mi propia familia, mi futuro. La compañera en este camino vital, en el que me ha ayudado a conocerme y comprenderme. Es mi consejera, mi asesora, mi amiga. La que me ha descubierto el lado más sensible, emotivo y erótico de la vida. La que me ha regalado la virtud de ser padre. La que me ha ayudado a soportar el día a día como adulto. Junto a ella he aprendido lo que significa caminar de la mano en la vida, ni delante ni detrás. Simplemente uno al lado del otro.

La segunda de ellas, la niña de las flores es una pequeña locura que es capaz de hacerme mover la tierra y el cielo con una sonrisa, o por una caricia. Es la única capaz de pintarme los labios y las uñas. Con ella he descubierto otro tipo de amor más radical, el que sale de las entrañas y te pone de rodillas, haciendo que te cuestiones hasta donde podrías llegar. Es el amor que te devuelve a la infancia, a una época mejor y más inocente. Ella me ha convertido en príncipe, caballero y superhéroe. Me ha saqueado, y vendería mi alma al mismísimo diablo por darle seguridad y felicidad.

Y la tercera me está devolviendo a mi época de amor adolescente, de cartas por abrir, poemas por leer. Mensajes en pupitres, esperas largas y nervios por lo desconocido. Cierto, aun no la conozco, no sé cómo será. No sé como nos llevaremos, pero ya estoy seguro de que entregaría mi vida por ella. Si la niña de las flores llegó para darle una vuelta a mi mundo, su hermana llegará como agua de mayo para volver a ponerme de rodillas. Para hacerme replantear el verdadero sentido de todo mi día a día. Así lo hará, lo sé. Y la espero con impaciencia.

Así que celebremos en el día de hoy el amor. Lo siento, pero es algo que si permito celebrar. Y no está mal que lo recordemos, aunque sea mirando un escaparate. No está mal. Lo dice un cabroncete impertinente que solo espera algo de dignidad y amor para sobrevivir. Solo nos salvará el amor.

Mientras tanto, seguiré escribiendo para las tres, cada cosa a su tiempo y en su medida. Les contaré cuentos al anochecer y me inventará historias para hacerlas felices. Seré mejor por ser como son ellas. Y así será como seguiré siendo un loco enamorado que cada año mira con nostalgia el pasar de la vida.

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