Opinión

¿Qué pasó con la película de Manolete?

La leyenda de esta película rodada en nuestra tierra siempre me ha resultado fascinante

No sé si muchos de ustedes lo recordarán, pero entre 2005 y 2006 se rodó, en buena parte de nuestra zona —en lugares que iban desde Sanlúcar de Barrameda hasta El Puerto de Santa María, pasando por Jerez de la Frontera—, una película biográfica sobre Manolete, protagonizada por Adrien Brody y Penélope Cruz.

Allá por el otoño de 2005 solíamos salir por algunos bares de Sanlúcar, y recuerdo que en distintos puntos, calles y zonas de tránsito se alternaban los carteles de fiestas y conciertos con uno muy peculiar que, particularmente, me llamó la atención: en él se solicitaban extras para una película sobre toreros.

Poco tiempo después descubrí que, efectivamente, se había estado rodando una película sobre Manolete en la zona, con actores de renombre, no solo los protagonistas antes mencionados, sino también españoles como Santiago Segura y Juan Echanove.

La leyenda de esta película rodada en nuestra tierra siempre me ha resultado fascinante. A veces me llegan titulares o anécdotas sueltas sobre ella. Por ejemplo, se sabe que la película nunca llegó a estrenarse en España, por diversos motivos, todos relacionados con los problemas que generó su producción, su endeudamiento y su inevitable fracaso. Ya desde el principio se intuía el desastre, especialmente por las supuestas diferencias entre el productor, Andrés Vicente Gómez, y el director holandés Menno Meyjes. Las circunstancias iniciales definían un proyecto lleno de contradicciones, protagonizado además por dos actores que se habían declarado abiertamente antitaurinos.

Aunque el despropósito puede verse hoy en Netflix, no deja de llamarme la atención cómo un proyecto de semejante envergadura, cuyo fracaso se prolongó durante años —hasta el punto de que sus propios actores prefieren no hablar de él—, fue gestándose bajo un capote negro, trágico y oscuro, como el propio final de Manolete.

Siempre me han atraído las conexiones aparentemente ilógicas, tanto en el espacio como en el tiempo. Es algo que enriquece mucho mi manera de ver el mundo. Llegar a ellas me hace comprender que, muchas veces, funcionamos movidos simplemente por las emociones.

Aun así, no puedo evitar pensar que el director de semejante fracaso ya había trabajado con Spielberg en El imperio del sol, rodada en Trebujena. ¿Empezaría ahí su obsesión por lo que él llamó una «historia de amor imposible»? ¿Por qué no rodó esta película un español? ¿Un andaluz? La gesta habría sido, sin duda, mucho menos dolorosa para todos. Estoy convencido.

Y también estoy seguro de que el protagonista habría sido otro, no un actor elegido solo por la forma de su nariz.

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