Por amor

Lo peor es que no nos damos cuenta de lo que perdemos, de todo a lo que renunciamos. No vemos que nos quedamos completamente desposeídos, huérfanos de una experiencia plena con la vida, convertidos en seres inanimados, carentes de amor.

A menudo observo a personas vacías, que caminan sin rumbo sin siquiera saberlo, incapaces de explorar el mundo de posibilidades que se abre ante ellas. Y es triste.

Todo ha cambiado en muy poco tiempo, pero quizá deberíamos preguntarnos si no valdría la pena regresar a cierto romanticismo, a ese idealismo que nos impulsaba a buscar pasiones que dieran sentido a nuestras vidas. Supongo que todo eso llegó en su momento después de un largo invierno gris.

Hace un tiempo reflexionaba sobre ello y recordaba todo lo que he hecho por amor. A lo largo de mi vida he emprendido por amor y he perdido dinero por amor a esos proyectos, por amor a la vida. He dejado todo por un sueño, por un destino soñado; he tenido hijas por amor; he compartido casi dos décadas con la misma mujer por amor. He creído y he tenido fe por amor. Materialmente no he ganado nada: soy el ejemplo perfecto de lo que un hombre de éxito material no debería ser. Pero lo tengo claro: nunca, nunca más dudaré en seguir viviendo por amor.