OPINIÓN
Profesor, compañero y amigo
Fue mi profesor, un excelente profesor. Era de los catedráticos a la vieja usanza. Nos enseño con ejemplar maestría la disciplina que tanto amó y de la que sin duda fue un referente mundial, la Otorrinolaringología
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Iniciar sesiónEl pasado viernes 19 cuando, encontrándome en Comillas sonó el móvil y leí en la pantalla el nombre de Ana Bartual, descolgué confiado en hablar con una buena amiga. Pero no eran buenas noticias, me comunicaba que su padre, D. Juan, había entrado en una ... fase crítica y quería que lo supiera directamente por ella ya que sabía el cariño que le profesaba. Al cabo de unas horas me notificó también la triste noticia de su fallecimiento. Estando a tanta distancia, todo se hace más cuesta arriba y rememoré en pocos instantes lo que D. Juan ha significado en mi vida.
Fue mi profesor, un excelente profesor. Era de los catedráticos a la vieja usanza. Nos enseño con ejemplar maestría la disciplina que tanto amó y de la que sin duda fue un referente mundial, la Otorrinolaringología. Para mí, aprobar su asignatura, supuso terminar la carrera pues fue la ultima papeleta que recogí de manos de Pepe Moreno, nuestro bedel, en su despachito del Policlínico allá por junio de 1976. D. Juan también formó parte de mi tribunal de la Tesina de Licenciatura en 1982 y de mi tesis Doctoral en 1995 por lo que mi vinculación como alumno se consolidó con los años y mi admiración hacia él fue creciendo, pero siempre bajo el respeto que me merecía como catedrático.
Posteriormente ha sido un compañero entrañable desde que me integré en el servicio de Oftalmología, primero en el inolvidable Hospital de Mora, y posteriormente en el Hospital Puerto Real. Durante esos muchos años hemos compartido experiencias que van desde viajar juntos a Madrid representando al comité de huelga del Mora ante el Ministerio de Sanidad hasta convivir semanalmente en los pasillos de quirófano durante tantos años hasta nuestra jubilación. Siempre fue un compañero leal y dispuesto a compartir sus experiencias con todos los que formábamos parte de la plantilla. El espíritu del Mora siempre estuvo presente.
Por último y no menos importante fue mi relación con D. Juan como amigo. Compartimos batea en su debut como corista en Los Buhoneros donde vivimos momentos inolvidables. Después formamos parte del Grupo Arco de Garaicoechea y durante años disfrutamos mucho en el mercado viendo los coros o en las cenas carnavalescas que organizábamos.
Ahora, por imperativos de la vida, D. Juan ya no está con nosotros, pero mientras permanezca en nuestra memoria seguirá vivo. Descanse en paz mi profesor, mi compañero y sobre todo, mi amigo.
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