opinión

Invasión y huelgas

Entendemos las reivindicaciones de los distintos colectivos y comprendemos su desesperación, pero, como siempre, los más perjudicados en estos casos siempre son los ciudadanos

Antonio Fernández Repeto

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Desde hace ya unos días, y si es vecino habitual de nuestra ciudad, habrá notado como el transitar por nuestro casco antiguo es cada vez más complicado. La llegada un día si y otro también de grandes cruceros a las dársenas de nuestro muelle hace ... que, desde primeras horas de la mañana, deambulen por nuestras calles una cantidad ingente de visitantes deseosos por descubrir las excelencias de nuestra histórica ciudad. Si a esta invasión marítima añadimos la cantidad de excursiones de grupos de visitantes que en bus nos llegan cada día, también a los alrededores del Trocadero y los que pertrechados con sus corrientes troilers o mochilas atraviesan desde la estación hacia el laberinto de nuestras calles, resulta que diariamente, nuestra mermada población autóctona se incrementa en casi diez mil personas. Transitar por las calles del centro es cada vez más complicado. Acceder al mercado de abastos es a veces una ardua tarea. Entre la marea humana que recorre sus pasillos haciendo fotos a los puestos de pescado y los que, apalancados en las mesas de la cada vez más amplia zona gastronómica, nos hace casi imposible comprar en sus puestos. Poco a poco esta callada invasión esta terminando con el encanto de nuestra ciudad. Nuestro éxito turístico nos está asfixiando.

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