OPINIÓN
Futuro incierto
Son ya muchas las huelgas que hemos padecido y siempre pagamos los mismos, los ciudadanos de a pie
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Iniciar sesiónHemos tenido un mes de junio cargadito de sorpresas. En primer lugar, hemos padecido la primera (esperemos que no sean muchas) ola de calor extremo. Nos cogió a todos desprevenidos y de un día para otro tuvimos que cambiar los armarios. Afloraron los polos, desparecieron ... los jerséis y empezaron a proliferar las bermudas y los pantalones piratas. Nuestra ciudad que se había caracterizado antaño por el buen vestir, se ha convertido actualmente en un desfile de modelos de lo más cutre que te puedas echar a la cara, una pena.
También este pasado mes nos sorprendió un nuevo conflicto laboral, la huelga de las empresas auxiliares del metal. Hasta el pasado martes, que el sindicato puso fin a las movilizaciones callejeras, hemos venido sufriendo sus consecuencias. Primero fueron los cortes de los dos puentes con enfrentamientos callejeros. Luego siguieron las manifestaciones por distintas zonas de la ciudad y, al final, la incertidumbre diaria hasta que se han puesto todos más o menos de acuerdo. Entiendo que las actualizaciones de los convenios colectivos provoquen desacuerdos con las empresas, pero llegar a veces a los extremos que hemos padecido ya no me parece tan normal. Son ya muchas las huelgas que hemos padecido y siempre pagamos los mismos, los ciudadanos de a pie. Comentaba hace unos años nuestro amigo Fernando Santiago en su columna Compañeros del metal: «Por hacer más ruido no llevas razón. El que más grita no es el que tiene más razones». Estoy totalmente de acuerdo con su planteamiento. Las consecuencias de estas movilizaciones han afectado mucho a la débil economía de nuestra ciudad. Son varios los cruceros que han pasado de largo por nuestro horizonte evitando el desembarco de miles de turistas que con su visita echan más que un cable al comercio local. Pero lo peor está por llegar, nuestros astilleros, que tenían asegurados contratos para muchas navieras, están viéndolos peligrar por la conflictividad laboral.
Siempre hemos defendido que hay que cuidar nuestros astilleros ya que, a falta de otras industrias, estos y los turistas que diariamente nos visitan son la base de nuestra mermada economía. Si no los cuidamos, nuestro futuro, será cada vez más incierto.
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