Opinión
Cantata fin de curso
En nuestra juventud, terminábamos las jornadas de estudio y después de recoger las notas comenzábamos a disfrutar de las vacaciones escolares sin más
Comenzaron las vacaciones estivales. Desde los primeros días de junio han ido proliferando por todos lados los espectáculos de fin de curso y las ceremonias de graduación. Junio se ha convertido en el mes de las despedidas. Todos tenemos algún compromiso familiar y sobre todo ... los abuelos tenemos que acudir a disfrutar de estos eventos que nos programan un día si y otro también. Nunca, y digo bien nunca, en nuestra época de estudiante nos pusieron ni una toga, ni un birrete y muchos menos una beca del color correspondiente a lo que fuera. No me parece mal, pero esta moda me parece desproporcionada. En nuestra juventud, terminábamos las jornadas de estudio y después de recoger las notas comenzábamos a disfrutar de las vacaciones escolares sin más. Incluso, como ha sido mi caso, finalizábamos la carrera universitaria cuando recogíamos la ultima papeleta de manos del bedel de la facultad y a otra cosa mariposa, a buscarse las papas.
He podido asistir en estos días al fin de curso de una de mis nietas en Palma de Mallorca. Cursa sus estudios en el colegio público CEIPIEEM Son Serra donde sus alumnos tienen integrado como programa de estudio el grado elemental de música. Esto les ha valido el premio nacional de educación en 2015 por el Ministerio de Cultura y el reconocimiento como escuela asociada a la UNESCO. Todos los niños y niñas, desde los primeros cursos de primaria, van adquiriendo, a la vez que sus disciplinas escolares, los conceptos del lenguaje musical y con solo cinco años comienzan a tocar el instrumento que más les guste y con 11 leen partituras. Unos se declinan por el piano, otros por el violín, la viola, el violonchelo o el contrabajo.
También otros tocan los metales: trompetas, trombones, tubas saxofones o clarinetes etc. Todos sin excepción terminan los cursos de primaria con el título de grado elemental en música y tocando con soltura su instrumento. Como consecuencia de esto el espectáculo que pudimos contemplar en la que denominan cada año «cantata de fin de curso», este año dedicada al mar, fue de una belleza fuera de lo común. Los valores que recibe estos niños y niñas gracias a la disciplina musical, les complementará sin duda para el futuro su educación académica. Sería bueno que muchos colegios siguieran su ejemplo.