OPINIÓN

Tele-Abus

Para los más pequeños se acabaron los madrugones y las largas tardes-noches de tareas inconclusas. Qué si actividades deportivas inacabables

Antonio Ares

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No sabría definir bien si aquella pareja era la estándar o cumplía con el más riguroso perfil de lo que se esperaba de ellos. En esta era más virtual que analógica cumplían los requisitos de la normalidad. Eran dos personas jóvenes, una hipoteca variable a muchos años, un SUV de renting, una mascota de mucho pelo y la parejita. La niña la mayor, el niño el más pequeño, aunque la diferencia de edad entre ellos no llegaba a plantear ni conflictos de celotipia ni traumas generacionales. Los padres trabajaban por cuenta ajena, el en empresa privada, ella funcionaria. Los horarios eran rígidos y las jornadas interminables. Salían de casa con las claras del día y volvían a punto de oscurecer. Durante el curso escolar todo estaba controlado. Aula matinal, comedor escolar y actividades extraescolares de lo más variopinta.

¡Y llegaron las notas de fin de curso!. Las mayorías sobresalientes y notables. Para los más pequeños se acabaron los madrugones y las largas tardes-noches de tareas inconclusas. Qué si actividades deportivas inacabables. Qué si la parte artística de la formación en pintura y música. Qué si una agenda de cumpleaños infinita, y de lo más variada. Desde un pint ball a meriendas en plazoletas, pasando por partidas conjuntas de videojuegos, scape room o piscinas de bolas. La pareja recordaba con nostalgia esos sándwich de jamón y queso con Fanta de naranja a temperatura ambiente y las palomitas de microondas. El regalo siempre individual y no en comandita.

¡A partir de ahora se planteaba el cisma veraniego! ¿Dónde colocamos a la tropa? Indagaron en campamentos bilingües, talleres de comprensión lectora, campus de futbol o de voleibol, una agenda repleta de actividades acuáticas o un curso de subidón de autoestima. A parte del precio, sus agendas eran incompatibles.

Fue ella la que tuvo la brillante idea. – Mis padres están jubilados. Podrían encargarse de los niños. Y ahí empezó la odisea de esta pareja de pensionistas de medio pelo que sólo aspiraban a una vida tranquila más allá del trabajo contumaz de muchos años.

Por las calles ya se veían parejas provectas portando carritos colmatados de mochilas con segundas mudas y artículos de playa. A más de uno le fue imposible desarmar un cochecito para introducirlo en el maletero del coche. Y empezaron las largas mañanas en busca de un entretenimiento que durara al menos veinte minutos. Dibujos, puzzles, adivinanzas, superhéroes, parques infantiles, toboganes, juegos de mesa, acertijos, paseos a la sombra, incluso alguna que otra lectura de los clásicos de aventuras. Siempre quedaba la opción más sencilla, una pantalla y que sea lo que Dios queira. Lo último, la gran variedad de Cubos de Rubik. A la hora de comer la cosa estaba más clara, las preferencias infantiles se decantaban por la pasta y los empanados en todas sus variedades. Las jornadas llegaban a ser largas pero disfrutonas.

Y pasará el verano, y la tropa menuda llegará a estar «revenia» de tanto asueto. Y los progenitores desearán volver a la rutina escolar y laboral después de sus vacaciones. Y el servicio de Tele-Abus habrá cumplido con la misión para la que fue creado «Cuidar y Encaprichar» a nietas y nietos.

¡Dan muchas alegrías cuando llegan y gran gozo cuando se van!

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