opinión
Regalos veranos
Todas las corrientes filosóficas se debaten en alternativas duales, el bien y el mal, el yin y el yang, el alma y el cuerpo
Todas las corrientes filosóficas se debaten en alternativas duales, el bien y el mal, el yin y el yang, el alma y el cuerpo. El ser humano se mueve constantemente entre alternativas y decisiones. Siempre existirá algo que nos hará decantarnos por una cosa, descartando la contraria. En lo gastronómico, qué con cebolla o sin cebolla, en lo medioambiental, qué si campo o playa, en lo cultural y ocioso, qué si lo íntimo a lo multitudinario, en lo estacional, qué si invierno o verano.
Reconozco que soy más de frio, de días grises y lluviosos. Qué el calor y la luz cegadora me soliviantan, qué las temperaturas extremas al alza me incomodan y perturban. Para mi existen veranos que me los quedaría para siempre, y otros que los regalaría.
Me quedo con los veranos de cigarras insistentes y de grillos nocturnos de muchos decibelios. Regalo veranos de chiringuitos de diseño con aspiraciones culinarias. Me quedo con veranos de bocadillos de tortilla y fiambrera de pimientos asados. Regalos veranos ruidosos impregnados de reguetón, con poca música y mucho jaleo. Me quedo con veranos silenciosos en la orilla de la playa cogiendo «orejitas». Regalo de veranos de listas de Spotify. Me quedo con veranos de cine a la luz de la luna, perfumados de dama de noche y comiendo pipas de girasol. Regalo veranos de fiestas y verbenas interminables. Me quedo con veranos de plácidas brisas que te hacen soñar despierto. Regalo veranos de conciertos multitudinarios, caros, de difícil acceso y con actuaciones que huelen algo a alcanfor. Me quedo con veranos de puestas de sol en compañía. Regalo veranos multitudinarios, con colas eternas, con reservas insistentes en segundo turno de cena. Me quedo con veranos de amaneceres con churros. Regalo veranos de orillas del mar colmatadas de sombrillas y sillas multicolores. Me quedo con veranos de playas anchas, larga, solitarias y eternas. Regalo veranos de frizzante con rodaja de limón y unas gotas de angostura. Me quedo con veranos de valdepeñas con Casera. Regalo veranos de los que hay que volver a trabajar a regañadientes. Me quedo con los veranos de los pensionistas. Regalo veranos de bullicio y de selfis cansinos. Me quedo con los veranos en los que busco el final del horizonte. Regalo los veranos de noches sofocantes. Me quedo con los veranos de rebeca al atardecer y de sábana por encima. Regalo los veranos de humos, cenizas y desalojos, de pirómanos y políticos del tres al cuarto. Me quedo con los veranos del primer amor y de las vacaciones interminables.
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