OPINIÓN
Sin red
La corrupción, tan instalada en nuestra clase política, es la que hace que, de forma periódica y cíclica, sin distinción de ideologías y de colores, imponga sus espurios intereses
Los héroes y heroínas de hoy en día deben reconocer que tienen una parte importante del camino allanado. Está claro que es difícil destacar en cualquier disciplina, pero las oportunidades están casi al alcance de la mano, sólo se precisa esfuerzo y dedicación. Hubo un ... tiempo en que el éxito y el triunfo eran tan extraños que sólo estaban reservados para las figuras del mundo del deporte, Kubala, Gento, Urtain, Di Estefano, Santana, Ángel Nieto o Bahamontes. En cuanto a las mujeres, la emancipación feminista venía de la mano del mundo del «artisteo» y el espectáculo, con Lola Flores, Marisol o Concha Velasco. En el mundo poco conocido del circo triunfaba «Pinito del Oro». Canaria, escritora y trapecista, paseó su arte en el trapecio por medio mundo. Era considerada la mejor en la técnica del ejercicio al vuelo sobre el trapecio, y nunca se valió de medio alguno de protección. Todas sus acrobacias a varios metros de la pista las hacía sin red protectora.
Así, sin red de seguridad se encuentra la ciudadanía en pleno siglo XXI. La incertidumbre se cierne sobre nuestro futuro. Todos los logros económicos y sociales, todo el prestigio y reconocimiento internacional, todas las libertades y derechos ganados a pulso, han quedado eclipsados por lo de siempre. La corrupción, tan instalada en nuestra clase política, es la que hace que, de forma periódica y cíclica, sin distinción de ideologías y de colores, imponga sus espurios intereses, dejando a la ciudadanía al borde del precipicio a punto de saltar al vacío.
Nos encontramos al filo del abismo, a sabiendas de que nada allá abajo nos va a salvaguardar de la mortal caída. Sin red que nos proteja del ansia de poder de unos pocos que sólo se contentan con la aniquilación. Sin red que nos redima de la usura bancaria, de las eléctricas y de las tecnológicas. Sin red que nos garantice que todo lo conseguido en derechos y libertades sólo tiene un camino hacia delante, que no se contempla el retorno rancio y casposo. Sin red que nos consuele que existen alternativas posibles y que pueden ser mejores. Sin red que nos auxilie de la maldad incrédula en forma de corrientes negacionistas. Sin red que nos resguarde de los totalitarismos y de los partidos políticos que, disfrazados de demócratas, sólo aspiran a sembrar odio y a imponer su arcaico orden. Sin red que nos preserve de la misoginia, la violencia machista, la pederastia y del aborrecimiento al diferente. Sin red que nos salve de las caídas de las catenarias, de los apagones de todo tipo y de los planteamientos de la aplicación de códigos éticos de Perogrullo.