OPINIÓN
La cuchara
Existen formas diversas de acabar con un pueblo, con miedo, con bombas, con terror, con aislamiento, con silencio
Era la enésima reunión al más alto nivel. Todas las esperanzas estaban depositadas en alcanzar la tan deseada paz, pero como todas las anteriores sería un fracaso anunciado. Muchos países, muchos mandatarios, centenares de asesores, y muchos periodistas que darían cumplidos informes de lo que allí se acordaría. Muchos millones de euros en gastos protocolarios para nada. En la época de las tecnologías digitales preferían verse cara a cara para restregarse sus cuitas, odios e intereses, para al final no acordar nada. Decenas de aviones, una huella de carbono insostenible, ciudades colapsadas, ciudadanía arrinconada, para al final no pactar nada. Eso sí, las cumbres, desde que se conocen, siempre empiezan o terminan con un almuerzo de bienvenida o una cena de clausura. Un menú sofisticado y carísimo, para que pocos prueben bocado. La mesa estaba preparada siguiendo el protocolo más exigente. Centros de flores tropicales, vajilla, cristalería y cubertería estaban dispuestas de la manera más exquisita. Entre los asistentes los había conciliadores, tolerantes, escépticos, sumisos, remolones, egoístas, maquiavélicos, y algunos perversos. Uno de estos, con sólo ver la disposición de los cubiertos, tuvo la brillante idea exterminadora. En el extremo derecho del servicio estaba la cuchara. La utilizaría como arma letal de guerra. Existen formas diversas de acabar con un pueblo, con miedo, con bombas, con terror, con aislamiento, con silencio. La mente humana, en su realidad perversa supera a la más cruda ficción. Hasta Trump empieza a cuestionar al demonio semita. Decenas de miles de muertos, la mayoría niños, ataques contra hospitales y escuelas, organizaciones de ayuda humanitaria aniquiladas, periodistas asesinados, personal sanitario al borde de la extenuación, una población inocente perdida que no tiene refugio. Seis mil camiones están retenidos, pendientes de entrar en Gaza con ayuda humanitaria. Mientras tanto los francotiradores están apostados a la distancia justa para asesinar al que sólo busca un plato de comida. Una franja de tierra de apenas 350 km2 , y que hasta hace poco era la tercera zona del mundo con mayor densidad de población, está al borde del exterminio, mientras la comunidad internacional mira hacia otro lado. Luis moreno Ocampo, primer fiscal jefe de la Corte Penal Internacional declara que «hay pruebas más que razonables para investigar en genocidio en Gaza». Pasarán los años y se organizaran excursiones privadas a la franja, como a Auschwitz, para comprobar la pasividad de todos los que pudieron hacer algo y no lo hicieron. Las conciencias son tan elásticas que lo aguantan todo.
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