OPINIÓN

CAP

La evidencia científica demuestra que privatizar la salud aumenta la mortalidad de la población en todos los grupos de edad

Antonio Ares

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Eran las mismas calles, las iluminaba la misma luz, las misma sombras ocupaban sus rincones, incluso olía a la misma piedra ostionera y algas cuando sopla la brisa del sur. A primera vista, en aquel barrio, el tiempo parecía no haber hecho de las suyas. Pero no era así. Las pocas personas mayores que aún seguían viviendo allí, en bajo y partiditos, sí sabían de los cambios. La antigua tienda de tejidos de la esquina ostentaba en su escaparate un ajado cartel de «se alquila» en el que ya no se veía el teléfono de contacto. El refino de Maruja se había convertido en una tienda de insanas chucherías. El almacén de ultramarinos de Dionisio era ahora una tienda de móviles. En la que fuera la cafetería del barrio, donde todas las tardes la clientela fija disfrutaba de chocolate y bollería de alto copete, habían colocado unos trasteros de diseño. Ahora las calles eran frecuentadas por gentes de hablar raro, de aspecto variopinto y que portaban trolis y mochilas a la búsqueda de fachadas limpias y asépticas con el logo de VFT. Sólo la parroquia, el estanco y el médico permanecían en el mismo lugar. Primero se llamaba consultorio de beneficencia, después pasó a ser ambulatorio de la Seguridad Social y ahora era Centro de Salud. Según cuentan las malas lenguas en breve pasará a un novedoso CAP (Centro de Alta Privatización). Algunos visionarios ya intuyen dos salas de espera, una pequeña y escueta para los médicos mal pagados del sistema público y otra más grande y luminosa para los de la privada, éstos a emolumentos más que ostentosos.

La evidencia científica demuestra que privatizar la salud aumenta la mortalidad de la población en todos los grupos de edad. El profesor de la Universidad de Oxford, Aaron Reeves ha publicado recientemente un estudio en la Revista Lancet en el que observa las consecuencias de «La externalización de los Servicios de Salud y su trasvase al sector privado y las tasas de mortalidad totales en el Reino Unido, 2013-2020».

Al final de la II Guerra Mundial Wiston Churchill encargó un informe a Lord Beverigge sobre el Welfare (Bienestar). En el mismo se sentaban las bases de lo que ahora conocemos como el Estado del Bienestar. «Un estándar mínimo nacional de vida civilizada para todos los ciudadanos por igual, de cualquier clase y sexo, con lo que supone de alimentación suficiente y saludable, una formación adecuada acorde con las distintas capacidades, un salario mínimo digno mientras se esté en condiciones de trabajar, una atención médica gratuita y de calidad en caso de enfermedad y unas ganancias modestas que aseguren la invalidez y la vejez».

En el ya ajado Sistema Público de salud, por falta de inversiones en la última década, ahora suenan tambores de privatización.

El primer factor de riesgo para morirse joven es ser pobre. Mientras la brecha en las desigualdades sociales, económicas, culturales y educacionales siga existiendo, e incluso aumentando, todos los avances científicos y tecnológicos en el campo de la salud caerán en saco roto. Mercantilizar los derechos nos llevará a acrecentar aún más las injustas desigualdades.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación