OPINIÓN

Artificial

Comprender textos de mediana complejidad, nos dificultará la toma de decisiones

Antonio Ares

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Escudriñar las etiquetas de todo lo que compraba había pasado de ser un hobby ocasional a casi convertirse en una obsesión. Por nuestra salud, y por la del Planeta, el mensaje había sido tan convincente, que muchos lo habíamos incorporado a nuestro quehacer diario. Llegar al supermercado y mirar con lupa todo era casi automático. Los ingredientes de los productos de alimentación, de limpieza y de aseo personal. Que si conservantes, estabilizantes, espesantes, potenciadores del sabor. Que si parabenos, metales pesados, microplásticos. En cualquier compra que realizaba el análisis del etiquetado requería de un minucioso examen. Ropas, útiles del hogar, zapatos, objetos de uso diario. Todo tenía que pasar por el filtro de la huida de lo artificial. Cuanto más natural, cuanto más cercano, cuanto más trasparente en su procedencia ecológica mejor conciencia como persona responsable.

Cuando ya habíamos interiorizado que lo natural es lo que verdaderamente nos beneficia llegó el mito de lo artificial. Velando por consumir productos naturales nos olvidamos de vigilar las intrusiones en nuestra mente. Y se apareció, como de la nada, la Inteligencia Artificial. Big data, algoritmos, modelos matemáticos, diagramas de flujo diseñados para hacernos menos libres. Nuestra memoria, con ese coctel perfecto de nostalgia, añoranza y melancolía, pasaría a un metaverso gobernado por seres ajenos.

La irrupción del ChatGPT nos sitúa en la diatriba de quién toma las decisiones. Hacer uso de la Inteligencia Artificial para conversaciones, traducciones, textos, contestar preguntas y resolver cuestiones de la vida diaria nos pone en el aprieto de no saber quién lleva las riendas. Gobiernos ya han tomado la providencia de prohibir su uso, por la pérdida de libertad y de privacidad. A sabiendas de que en un mundo global lo local está vacío de contenido el Gobierno de España ha solicitado a la Unión Europea su posición al respecto. El miedo a la hora de decidir se apodera de todos. ¿Quién maneja a quién?.

Gracias a las investigaciones del científico estadounidense Clair Patterson sabemos que el origen de nuestro Planeta se produjo hace 4.500 millones de años. Los primeros Homo Sapiens empezamos a poblar la Tierra hace unos 200.000 años. La escritura, que es lo que delimita la prehistoria de la historia, está datada unos 3.000 años AC. A partir de aquí todo fue avance y progreso: ciencia, filosofía, arte, cultura, música, incluso la democracia. Ahora nos encontramos a las puertas de la Posthistoria. Según expertos en métodos educativos, las nuevas generaciones cada vez escribirán y leerán menos. Según Patricio Pron no encontramos en un mundo postalfabetizado. Comprender textos de mediana complejidad, nos dificultará la toma de decisiones. Todo será imagen e información condensada en videos de menos de 30 segundos. Las redes sociales conformarán un mundo paralelo en el que sólo tendrá cabida una felicidad permanente, aunque sea incrédula y ficticia. Nada será real, todo será virtual. Distinguir entre la verdad y la falacia no estará, ni si quiera, al alcance de aquellos que nos lo vendieron como el logro más importante de la inteligencia humana. La Madre Naturaleza seguirá su camino a pesar de nuestra barbarie. Ella nos sobrevivirá, mientras la ciencia se convierte en un monstruo ingobernable, que lejos de buscar nuestra felicidad nos sumirá en el caos.

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