OPINIÓN

Sol

Y nuestro esfuerzo será obstinado para que sientas que nunca estás sola

Álvaro Mogollo

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Parece que esta vez son más fuertes y más seguidas, creo que ha llegado el momento. Me levanté muy temprano y el sueño me vence, pero eso es lo de menos, así que aviso a mis padres por si acaso y cojo la maleta. «Saco el coche del garaje y te ayudo a bajar, cariño. Tranquila». Como si del viaje de mi vida se tratara, y de hecho lo es, hacemos el trayecto entre Sanlúcar y Cádiz con calma. No hay prisa, aunque los nervios pesan y Ana no puede aguantar el dolor de las contracciones. La carretera es fantasma a esta hora, ni un alma. El puente Carranza, ese que de pequeño era la puerta de entrada a casa de mi abuela o al estadio en el que aprendí a perder, se erige esta vez como el pasillo a un momento crucial, de los que dejan huella. Ya en el Puerta del Mar las matronas comprueban que todo marcha como es debido. La epidural va haciendo efecto y Ana descansa lo que puede. La luz de las farolas que iluminan afuera la madrugada, reflejan en ella una mezcla de luces y sombras muy similar a la que la pantalla del cine proyectaba en su dorada cara cuando me enamoré en nuestras citas madrileñas. Esto va rápido, no se hará de rogar. Mi prima Amparo, que me tuvo en brazos de recién nacido, nos brinda apoyo en cada hueco que su labor hospitalaria le permite. El parto ya está aquí. No existen los problemas porque el único real y tangible lo tengo delante. Las lágrimas me impiden ver parte de la operación y solo percibo el esfuerzo sufrido de mi mujer, que hace de tripas corazón. Sol nace, su madre está bien y ya no hacen falta más palabras. Usted se las imagina.

Dicen que el tiempo vuela y hoy nuestra hija cumple un año. Las obligaciones, algo que te sonará a cuento chino hasta que lo compruebes por ti misma, me han arrebatado más tiempo del que hubiese deseado pasar contigo y con tu madre. Lo lamento pese a ser consciente de que no me queda otra. Sin embargo, eso no me ha impedido paladear cada segundo de tu existencia, aunque lo hiciera en silencio observando simplemente cómo duermes. He alucinado con cada pequeño avance que has experimentado, siendo ajeno a que tal vez todos los bebés lo hagan. Y puedo asegurar que será así con cada paso que des, los reales y los metafóricos, aunque crezcas y seas la persona que quieras ser con las decisiones que vayas tomando. Te equivocarás, sufrirás y habrá momentos en los que no encuentres consuelo. La vida es así y no puedo ocultar que antes o después tendrás que bregar con esas situaciones. También te encontrarás tesituras injustas por ser mujer, aunque siempre te lo vaya a negar alguien que no lo es. Pero contarás en todo momento con nuestro apoyo para que la felicidad se abra camino en tu día a día y disfrutes de una vida plena. No te vamos a hacer feliz porque esa es una cuestión individual, pero te vamos a ayudar a que tú misma logres serlo. Disfrutarás de tus abuelos, tus tíos, tus primos, tus amigos, los amores que elijas, de tus dos países y todos los que visites. Tus éxitos, que también están asegurados, los celebraremos un poquito más de lo puedas hacerlo tú. Y nuestro esfuerzo será obstinado para que sientas que nunca estás sola. Porque antes que Ana y Álvaro, somos los padres de Sol. Feliz cumpleaños, amor.

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