OPINIÓN
La gente que baila y la que dice 'fua'
A mí me encanta ver a los que bailan salsa, pero sobre todo a los que le dan a la bachata
Llevo una semana con una astenia primaveral diagnosticada que viene a confirmar el tema de que a mí lo de la primavera me gusta siempre de lejos, bonita en las fotos, pero lejos. Si hubiera una exposición o un museo de la primavera yo me lo visitaría cada semana probablemente, para mirar el asunto y deleitarme, porque la gente es feliz, parece, en primavera, y a mí cuando la gente está feliz me da una osmosis bella que hace que yo goce también. Lo justo, porque ya te digo, es salir el rayito de sol y se me cae el cuerpo nada más levantarme y tengo un bajón que igual no me apetece escribir ni contarle la vida demasiado a la gente, pero goce, al fin y al cabo.
Esto de ponerse a un lado de los que gozan, como una suerte de acompañantes, de consortes del disfrute, es una característica propia de los tímidos, entre los cuáles me incluyo, y a los que deberíamos, yo creo, darles el sentido e importancia vital que se merecen. Si lo piensas, sin los tímidos los extrovertidos palidecen porque apenas tienen nadie con quien compararse y al final, si así fuera, seríamos todos unas personas pesadísimas, todo el rato en lo alto, en la catarsis conversacional, en el interés mutuo que no cesa. Sería un desastre, ya ves, si todos hacemos piruetas, nadie te las aplaude.
En una discoteca hay gente que baila y gente que dice 'fua'. Hay un tipo o una tipa con el codo apoyado en la barra sonriendo levemente con signo de aprobación festiva en todos los músculos de su cara y otro que se está haciendo polvo, que ya no se acuerda de su cara porque tiene casi la mano en el techo, el culo a ras de suelo y la cabeza dando vueltas, todo poseído por la música. Así es como yo veo, no exagero, desde mi barra, al que baila. Como una niña del exorcista, solo que al compás.
No es una crítica, te aviso, porque les tengo cierta envidia, no te voy a engañar, pero quizás sea por solidario, que de observarle su cansancio es el mío y lo comparto, o por cierto trauma no incorporado, que, a saber, lo cierto es que así, desde la barrera, uno también es feliz. Posibilita el ecosistema del bailarín. Se siente importante en el mundo.
A mí me encanta ver a los que bailan salsa, pero sobre todo a los que le dan a la bachata. Te confieso que, en los días que estoy triste, me pongo vídeos en Youtube de gente que se pone a tope con Juan Luis Guerra y todo eso. 1,2,3, toque y 1,2,3, toque. Mi preferido es siempre el de la típica parejita que da clases. Que te dice «súmate a nuestro curso intensivo en tres semanas».«1,2,3, toque». Y yo, que los miro con admiración, no sé cómo decirles, mientras están ahí, tan vigorosos y energéticos en la pantalla, que lo que me gustaría es ir de oyente, como en la Facultad. Sin que contase para nota.
Decirles, «querida parejita vigorosa, yo tengo astenia, sabéis, yo me canso, pero bien podría ser yo ese muchacho que se queda en la barra de vuestra clase y al que los alumnos, no todos, los que los necesiten, le pueden hacer sin remordimiento los pasos aprendidos en la lección del día para impresionarle y sacarle esa sonrisa nerviosa necesaria para impulsarlos en la tarea, continuada de un 'fua' que les alegre del todo la tarde».
En estos tiempos críticos para el tímido, encima, existe TikTok y la gente lo que hace ahí es bailar. Se graban, ni más ni menos, que bailando. A mí me fascina, la verdad. Yo veo a todos esos cuerpos entregados a coreografías de todo tipo, del K-Pop al Reguetón, y me enternezco. Sobre todo, porque acabo reflexionando que, por cada vídeo, habrá otros tantos miles de tímidos dando el 'like' correspondiente. Diciendo 'fua' en su casa, sin complejo alguno. A todos ellos, les mando desde aquí un cariñoso saludo. No estáis solos. Sabemos que contamos con una pesada carga. Está bien. Aunque, de vez en cuando, igual os animo, no nos vendría mal un bailecito. 1,2,3, toque.
