Tribuna Abierta

La «pre-verdad» posmoderna

¿Es la república mejor que una monarquía parlamentaria? ¿Son más amigos de los animales los que promueven la desaparición de las corridas de toros? ¿Son los jóvenes más solidarios que sus mayores?

JM Nieto

Por Alberto J. Gil Ibáñez

¿El comunismo promueve la unión de los pobres y el capitalismo es protector de los ricos? Entonces no se entiende por qué tanto Mao (su padre era el agricultor más rico de la región), Lenin (su padre pertenecía a la pequeña nobleza con título de excelencia) o el Che Guevara (médico e hijo de familia rica y aristocrática) procedían de familias acomodadas. Mientras, un gran número de las personas más ricas del mundo tienen un origen más bien humilde (Amancio Ortega y Ramón Areces), sus padres fueron prisioneros y perseguidos por su raza (George Soros) o simplemente proceden de familias de emigrantes (Trump).

¿Es la república mejor que una monarquía parlamentaria? Entonces no se entiende por qué cuando se les pregunta a los republicanos sensatos por algún presidente/a que ejerciera de moderador sin sectarismos no encuentren una persona con más méritos y garantías que Felipe VI. Los republicanos radicales , por su parte, plantean directamente como alternativa regímenes como el cubano o el chino, donde de facto existe una monarquía (e.g. dinastía de los Castro), sólo que, pequeño detalle, nunca fue votada en las urnas (la nuestra sí lo hizo en 1978). En realidad, pretenden derrocar a un Rey para poner en su lugar un presidente vitalicio, de su cuerda ideológica.

¿Son más amigos de los animales los que promueven la desaparición de las corridas de toros? Entonces no se entiende por qué de tener éxito acabarían con el toro salvaje que dicen proteger, el único animal que cría el ser humano y que no ha sido «domesticado»; vive en casi completa libertad hasta que entra en la plaza. Las gallinas gozan de peor vida y nadie ha condenado el pollo asado.

¿Son las mayores protectoras de los derechos de la mujer las mayores críticas del patriarcado creado por los hombres? Entonces no se entiende por qué parece ser su obsesión que la mujer se parezca lo más posible a los hombres (hasta el punto de que sean intercambiables sin más) y que persigan su triunfo con los criterios ideados por hombres para hombres.

¿Son el ateísmo y la ciencia más racionales y abiertos a la crítica mientras la religión opera con dogmas y creencias? Entonces no se entiende por qué no se puede preguntar por el infinito o qué existía «antes» del Big Bang.

¿Son los ecologistas más protectores de la naturaleza y enemigos del cambio climático y de la contaminación de CO2? Entonces no se entiende que prefieran el petróleo a la energía nuclear, que muchos fumen (tabaco o no), que no renuncien a su coche y/o moto o que se opongan a trasvases que evitarían los desastres ecológicos y a la agricultura de las periódicas riadas.

¿Son los jóvenes más solidarios que sus mayores? Entonces no se entiende por qué dejan los parques llenos de basura cuando acaban el botellón (falta de solidaridad con los barrenderos y otros usuarios de los parques), por qué organizan fiestas con la música a toda pastilla hasta las tantas en las casas que pagan sus padres (falta de solidaridad con los vecinos), por qué apenas colaboran en las tareas del hogar (machismo y falta de solidaridad con sus padres y madres) o por qué permanecen impasibles ante un caso de acoso a otro alumno o ataque a los maestros.

En el mundo post-moderno nada es lo que parece, porque la verdad ya no es el resultado de una búsqueda sincera y crítica, sino un mero eslogan o etiqueta (pre-verdad) que produce modas de pensamiento prêt-à-porter

¿Son los pedagogos los salvadores de una escuela atrasada y discriminatoria? Pues entonces no se entiende que justo cuando más gastamos en educación y los profesores están mejor pagados, nuestros jóvenes lleguen a la Universidad sin ni siquiera saber leer y escribir con corrección. Una pista: en Finlandia, Singapur y Corea del Sur (países con los mejores resultados) el cien por cien del profesorado se selecciona entre el tercio superior con mejor expediente académico.

¿Es el problema de España que carezca de un proyecto ilusionante donde se sientan cómodos los separatistas? Todos pensábamos que la Constitución de 1978 (donde entre otras cosas se renunció al centralismo) era ese proyecto. Y sin embargo, ¿por qué nadie se pregunta cuál es el proyecto ilusionante que tienen los separatistas para los catalanes que se sienten (también) españoles y que no quieren romper con España? Que se lo digan a las miles de personas que han tenido que abandonar Cataluña desde que gobiernan los nacionalistas.

En el mundo post-moderno nada es lo que parece, porque la verdad ya no es el resultado de una búsqueda sincera y crítica, sino un mero eslogan o etiqueta (pre-verdad) que produce modas de pensamiento prêt-à-porter. Bien pudiera ser que tras haber matado a Dios, hubiéramos entronizado a hombres que no se lo merecen, y que bajo la etiqueta de una democracia formal viviéramos en realidad dentro de una dictadura cultural formada por dogmas invisibles.

Alberto J. Gil Ibáñez es Doctor en Derecho y en Ciencias de las Religiones

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