Iberia da un paso al frente e impulsa a Barajas

La adquisición de Air Europa por parte de Iberia forma parte de la evolución natural de la industria de la aviación comercial. Lejos ya el tiempo de la competencia estrecha entre aerolíneas de bandera, el transporte aéreo se ha desplegado en todo el mundo como un elemento crucial de la economía globalizada. Teniendo en cuenta que Iberia es una empresa privada, todas sus operaciones hechas legalmente y en cumplimiento de las reglas de la competencia son legítimas, lo que no evita que tengan repercusiones sobre la economía de los países donde opera. Es de celebrar que la compra de su competidora se haya diseñado de forma que no tenga efectos negativos para el empleo, como atestiguan los informes de los sindicatos afectados. Y en este sentido, uno de los efectos más importantes debería ser la consolidación de Madrid-Barajas Adolfo Suárez como el gran aeropuerto global para las conexiones con Iberoamérica y su transformación en uno de los mayores hubs del mundo como plataforma de comunicación entre América, Oriente Medio y Asia. Para Madrid siempre es bueno que se refuerce su proyección global, como una de las grandes ciudades de Europa, abierta y favorable al desarrollo de la economía moderna.

La operación no puede soslayar el hecho de que Iberia pertenezca ahora a un holding británico en el que comparte grandes sinergias en el mercado transatlántico, lo que sirve para demostrar de nuevo -si hiciera falta- que el Brexit ha sido el mayor y más grave error que ha cometido la sociedad británica en siglos. Para Iberia sigue quedando la incógnita de si después de la salida del Reino Unido podrá cumplir las reglas europeas para mantener las licencias de vuelo. Es de esperar que esta operación contribuya a ello.