Ramón Pérez-Maura

La vía eslovena en Cataluña

Emplear para esa causa a un paneuropeo es como que el presidente de Alcohólicos Anónimos anuncie White Label

Ramón Pérez-Maura

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Durante las últimas dos semanas hemos oído hablar reiteradamente de la «vía eslovena» como fórmula para aplicar en Cataluña tras la independencia aplazada del 10 de octubre. Y sus promotores creen que estamos inmersos en esa vía: han declarado la independencia y ahora intentan que alguien les reconozca mientras pasan los días que el Gobierno ha dado a Puigdemont para que aclare qué fue lo que pasó el último martes en el Parlamento catalán. Confieso que me tenía sorprendido el que a alguien se le hubiera podido ocurrir trazar semejante paralelismo: Cataluña debe seguir el camino de Eslovenia, nacida el 25 de junio de 1991. Más que nada porque Eslovenia fue arrancada a Austria e integrada a la fuerza en 1918 en el Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos (después Yugoslavia) y Cataluña nunca fue obligada a integrarse en ningún país. La mentira de que en 1714 fueron obligados y sometidos por España es creída por algunos mentecatos que se niegan a aceptar lo incuestionable: aquella fue una guerra de sucesión, no de secesión. El Archiduque Carlos de Austria y su fiel Casanova querían una España unida bajo la corona de la Casa de Austria frente a la España unida bajo la corona de la Casa de Borbón, que venció con Felipe V.

El pasado miércoles, un diplomático del Ministerio de Asuntos Exteriores llamaba en mi calidad de presidente de la Unión Paneuropea en España, para comentar sobre el apoyo del presidente de Paneuropa Eslovenia al proceso secesionista catalán. Se me cayeron los palos del sombrajo. Tras alguna investigación por mi parte confirmé que el presidente de la organización en ese país es un activista de la causa catalana que se jacta de estar en contacto diario con Puigdemont y su equipo. El asunto me preocupó. No por lo que pueda representar de refuerzo a la patochada secesionista; ya quisiera Paneuropa tener la suficiente fuerza como para ser un factor relevante en una crisis de esta envergadura; sino por el uso casi delincuencial que el presidente de una rama nacional de la organización paneuropea hace de su nombre y su limpia historia. El esloveno, llamado Laris Gaiser, emplea el nombre de Paneuropa para hacer exactamente lo contrario de lo que esta organización pretende: Paneuropa busca unir e integrar y Gaiser quiere dividir. Paneuropa es el más antiguo movimiento europeísta. Fue fundado en 1923 por el conde Richard Coudenhove-Kalergi y durante los treinta años en que su presidente internacional fue el Archiduque Otto de Habsburgo, este dio una gran batalla para integrar en Europa a los países que estaban del otro lado del Telón de Acero. Entre ellos Eslovenia. En esa batalla Otto de Habsburgo jugó un papel relevante en la independencia de Croacia, país al que consiguió que el Rey de Marruecos le otorgara uno de sus primerísimos reconocimientos diplomáticos. Pero aquella Croacia salía de una férrea dictadura. Ahora, esta lumbrera de Gaiser está intentando sacar a Cataluña de la democracia española y, por lo tanto, de la Unión Europea. Que es lo que todas las autoridades comunitarias han dicho que ocurriría a un nuevo estado catalán. Y en su batallita crea el equívoco con su condición de presidente paneuropeo. Sus amigos catalanes se refieren a él como presidente de Paneuropa Eslovenia, pero esa organización está completamente al margen de estas actividades de su presidente.

Dicho todo lo cual, y créanme si les digo que sé de lo que hablo, si Puigdemont tiene que recurrir a aliados como Gaiser para promover sus ideas internacionalmente es que está muy desesperado. Aparte de que emplear para esa causa a un paneuropeo es como que el presidente de Alcohólicos Anónimos haga la campaña publicitaria de White Label.

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