EDITORIAL

China: el mayor mercado del mundo

España y China refuerzan su alianza en un momento en que Pekín trata de buscar alternativas al mercado norteamericano, y también socios fiables

El rey Felipe acompañado de la Reina Letizia, el presidente de CHina Xi Jinping y su mujer Peng Liyuan EFE

ABC

La visita a España de Xi Jinping, que ayer fue recibido por los Reyes en La Zarzuela y que durante estos días desplegará en Madrid una amplia agenda de contactos políticos y económicos, pone de manifiesto las excelentes relaciones que nuestro país mantiene con el gigante asiático, una potencia comercial que, frente al proteccionismo y el unilateralismo, ha apostado por estrechar sus lazos con Occidente y por eliminar barreras. Con una cifra de negocio bilateral que se aproxima a los 30.000 millones de euros anuales, España y China -nuestro primer socio fuera de la Unión Europa- refuerzan y escenifican su alianza en un momento en que Pekín trata de buscar alternativas al mercado norteamericano, y también socios fiables para apuntalar un desarrollo económico que se traduce en inversiones exteriores. La fábrica del mundo ha dejado ya de ser un exportador de mercancía barata para convertirse, con el creciente auge de la demanda interna, en un atractivo destino para la producción industrial de Europa.

La potencialidad de España en el campo del turismo, la agricultura o las infraestructuras, así como su posición de privilegio entre la UE e Iberoamérica, convierten a nuestro país en un aliado estratégico para Pekín. El ambicioso proyecto de la Nueva Ruta de la Seda, trazado comercial que rehabilita e intensifica los lazos seculares de China con Europa, es la mejor representación de una estrategia económica de carácter global y de la que España, pese a las reticencias de la UE, no puede quedarse al margen. Con cerca de 1.400 millones de habitantes, el mercado chino no solo representa una oportunidad única para las empresas nacionales, sino para una industria cultural basada en la pujanza del idioma español. La histórica decisión del régimen chino de incorporar, desde este curso, la enseñanza del castellano en la educación secundaria confirma el interés de Pekín por abrirse camino no solo en España, sino en la comunidad iberoamericana. Contrasta la visión global del Gobierno chino con la insensata política del Ejecutivo de Sánchez, cuyas cesiones al nacionalismo pasan por sacrificar el idioma de todos en las escuelas y en desarticular un país cuya proyección exterior pasa, entre otros elementos, por el idioma que lo fortalece.

El intercambio cultural y comercial con China resultaría incompleto, sin embargo, sin el compromiso moral al que obliga una sociedad que, cuarenta años después de que su Gobierno abriera sus fronteras al mundo, está muy lejos de conocer el significado de los derechos humanos y de disfrutar de la democracia. La verdadera apertura del régimen de Pekín pasa por los cientos de millones de chinos que han heredado una perversa mezcla del capitalismo más agresivo y del totalitarismo comunista. Es la libertad la mercancía que más necesita China.

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