Boxeo

Los últimos latidos de Mohammed Ali

Falleció abrazado a su familia, entre rezos islámicos. Tendrá un funeral multitudinario

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Era difícil saber si Mohamed Alí tenía más lengua, más puño o más corazón. El viernes por la noche, en la cama del hospital de Scottsdale en el que falleció, se despejó la incógnita: «Todos sus órganos dejaron de funcionar, pero su corazón siguió latiendo, durante treinta minutos, nadie había visto nada así nunca», explicó una de sus hijas, Hana. «Durante treinta minutos, su corazón simplemente siguió latiendo. Fue un auténtico testamento de la fortaleza de su espíritu y de su voluntad».

El mensaje de Hana Alí es la mejor descripción del último y definitivo asalto en la vida de una figura emblemática del siglo XX. El boxeador murió rodeado de su familia cercana. En los últimos momentos todos le abrazaban, le besaban, le cogían de la mano, mientras cantaban rezos islámicos, la religión a la que Alí se convirtió poco después de ganar su primer título mundial de los pesos pesados.

«Ya te puedes ir»

«Todos intentamos mantenernos fuertes y le susurrábamos al oído: “Ya te puedes ir. Estaremos bien. Puedes volver con Dios ahora”», relata su hija.

Muchos amigos habían volado desde todas partes de EE.UU. para estar con «el más grande», cuando se comunicó a los más cercanos que su condición había empeorado y parecía irreversible. Pero solo su familia inmediata entró en el cuarto del hospital, donde Alí había ingresado el lunes. Tenía problemas respiratorios agravados por el párkinson que sufrió desde mediados de los años ochenta.

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La salud de Alí había empeorado en los últimos años: en enero de 2015 fue hospitalizado por una infección del tracto urinario, y unos meses antes por una neumonía. Su última aparición pública fue el 9 de abril, en una gala del centro para la investigación del párkinson que lleva su nombre en el Barro Neurological Institut. «Mohamed ha peleado para recuperarse muchas veces. Esperábamos que esta vez ocurriera lo mismo», dijo Bob Gunnell, portavoz de la familia. El motivo de la muerte fue un choque séptico, una condición que produce una hipotensión prolongada que muchas veces acaba en fallo multiorgánico.

El cuerpo volará hoy o mañana a Louisville (Kentucky), la ciudad natal de Alí. Lo hará acompañado de su familia y de tres policías fuera de servicio que se han ofrecido a escoltarlo camino a su funeral, que tendrá lugar el viernes. «Él era un ciudadano del mundo y le habría gustado que todo tipo de personas pudieran asistir a su funeral», dijo Gunnell sobre las exequias, que se celebrarán en el Yum Center, un recinto deportivo con capacidad para 20.000 personas. Está confirmado que intervendrán el expresidente de EE.UU. Bill Clinton; el periodista deportivo Bryant Gumbel, de la HBO, la cadena de televisión que más atención presta al boxeo; y el cómico Billy Crystal, gran amigo de Alí. La ceremonia será interreligiosa, pero se celebrará en la tradición musulmana, conducida por un imán, para respetar las creencias de Alí.

Antes del funeral, el féretro del boxeador recorrerá las calles de su ciudad. Entre otras, la avenida que lleva su nombre y la calle Broadway, donde se organizó un desfile en su honor tras conquistar el oro en los Juegos Olímpicos de 1960.

El entierro de su cuerpo será en el cementerio de Cave Hill, también en Louisville, y solo asistirá la familia.

El portavoz aseguró que esta es la manera en la que a Alí le habría gustado ser despedido. Lo que se recordará de él es algo que el boxeador no podrá controlar, pero una vez mostró sus preferencias en una entrevista: «Me gustaría que me recordaran como un hombre que nunca vendió a su gente. Pero si eso es mucho, entonces simplemente como un buen boxeador», dijo, antes de añadir con su guasa habitual: «Incluso no me importaría que no se dijera lo guapo que yo era».

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