Manolete: una muerte de héroe

Matador de toros

Manuel Rodríguez «Manolete» ABC

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Dice la leyenda que Manolete llevaba la muerte escrita en la cara antes de pisar el ruedo de Linares. La carroza fúnebre se adelantó al coche de cuadrillas el verano de 1947. Aquella madrugada del 29 de agosto se alarga a través de los tiempos como un retrato agudo de Hopper o como el Greco hecho torero . Manolete era el personaje de rostro pálido, «marcado para el luto y el dolor» como el toro de Miguel Hernández . Vestido de inmortal y rosa, era el ciprés que se ceñía la muerte a la cintura. Y la parca le esperó a deshora para coronarle héroe por los siglos de los siglos. La España de la posguerra, el hambre y la penuria, que empeñaba lo que no tenía para ver al Monstruo cordobés, perdió aquel mes sangriento al símbolo de una época.

La muerte de Manolete en agosto del 47 corrió como la pólvora por la piel de toro. ABC la llevó a su portada con tres fotos: un retrato del torero, un natural y una estampa con su madre, Doña Angustias.

La crónica de ABC relata que Manolete vio enseguida las malas condiciones de «Islero», pero enseñoreó su raza de figura y su infinito amor propio , en personales muletazos y unas manoletinas tremendas. Cuentan que marcó mucho el volapié y que la espada se hundió a la vez que el cuerno. Un cornada seca y final. Como esculpió Agustín de Foxá , estaba el miura «sin siglo, eterno; con sus duros cuernos» y su muerte española preparada.

Aquellas dagas astigordas y macabras han dado pie a páginas y páginas cargadas de historias, al igual que la transfusión de un plasma defectuoso de la II Guerra Mundial. Dicen que la cabeza del toro fue descuartizada antes de que Manuel Rodríguez pronunciase sus últimas palabras: «Qué disgusto se va a llevar mi madre» . Doña Angustias, que así se llamaba, no llegó a tiempo para despedirse de su hijo. Más cerca se encontraba la otra mujer de su vida, Lupe Sino, aunque aseguran que no pudieron despedirse en el lecho de la tragedia por temor a un matrimonio «in articulo mortis».

Manolete, el IV Califa del Toreo, había tomado la alternativa en Sevilla el 2 de julio de 1939. Tres meses después, el 12 de octubre, ratificó el doctorado en Las Ventas. Precisamente en Madrid cuajó una faena para la historia al toro «Ratón» , en la Corrida de la Prensa de 1944. Su majestuosa personalidad siempre estuvo presente, como esa manera de andarle a los toros. Una cornada de espejo herró en su rostro «una especie de callo en mi fisonomía de adolescente enfermizo, una mueca amarga en la comisura de mis labios que me da seguridad», en palabras reflejadas en «Mañana toreo en Linares », de François Zumbiehl.

Algunos culparon a los doctores de su adiós. Tico Medina lo explicaba así en «El día que mataron a Manolete»: «No había cojones para cortarle la pierna a Manolete. ¿Y sabe usted por qué? Porque nadie se imagina a Dios con una pierna menos» . El Monstruo de Córdoba necesitaba una muerte de héroe.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación