El don de la sobriedad

Rafaela Carrasco, en 'Ariadna' Ana Palma
Julio Bravo

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Cuando, hace ya cerca de cuarenta años, la danza española y el flamenco se encontraran con los mitos grecolatinos en la emblemática 'Medea' de Granero, Narros y Sanlúcar, se abrió un camino nuevo por el que nuestros creadores han transitado con distinta fortuna. La mitología clásica sigue hablándonos con cercanía porque sus historias exploran el alma humana, que no ha cambiado a lo largo de los siglos y que nos iguala a pesar de nuestro distinto origen geográfico.

No es extraño, pues, que Rafaela Carrasco, una creadora e intérprete que ha mostrado siempre su inquietud y sus ganas de crecer, haya vuelto la mirada hacia uno de estos mitos, el de Ariadna, la hija del rey Minos, de Creta, que ayudó a Teseo a salir del laberinto en el que derrotó al minotauro y que después fue abandonada por el héroe.

Para este viaje, la bailaora y coreógrafa ha decidido acompañarse por Álvaro Tato, un dramaturgo que conoce a la perfección el mundo clásico y que tiene la altura poética necesaria para transportar al particular lenguaje de la danza una historia como la de Ariadna, además de una probada visión dramática.

Desde este punto de vista, Rafaela Carrasco y Álvaro Tato, con la complicidad de Gloria Montesinos (autora de la escenografía y la iluminación), han logrado un espectáculo eficazmente sobrio, que huye de todo enrevesamiento, que no quiere contar una historia de manera lineal sino atravesar los hechos para centrarse en sentimientos como la esperanza, el amor, la fascinación, la inocencia... Y la soledad, el engaño, la decepción, el desamor. Todo ello está entre los pasos -donde decía Antonio Gades que estaba la verdad de la danza-, en una coreografía magníficamente armada desde el punto de vista dramático.

El baile está a esa misma altura, con el buen soporte de una formación 'clásica': dos guitarristas, dos cantaores y un palmero. Rafaela Carrasco es una bailaora sobria, cabal y precisa, que combina en su baile la tradición más enraizada con la modernidad propia de una intérprete del siglo XXI; tiene además presencia, belleza de movimientos, y una sabiduría aprendida en el escenario. Le acompañan cuatro bailaores de técnica y raza magníficas.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación