Manel: «No somos un grupo con una personalidad sonora estable»
La banda barcelonesa sigue explorando nuevas latitudes sonoras con «Per la bona gent», álbum que ahonda en la senda electrónica de «Jo competeixo»
Contra la ley de la gravedad y también contra un buen puñado de convenciones artísticas y estéticas, el universo Manel se sigue expandiendo y absorbe nuevas galaxias sonoras en forma de samples añejos, imbricadas estructuras heredadas de la música negra y frondosos colchones electrónicos. Una nueva vuelta de tuerca sonora con la que los barceloneses entierran definitivamente a aquellos cuatro espigados músicos que dieron la campanada folk hace diez años con «Els millors professors europeus».
«Mientras grababamos este disco el productor dijo un par de veces que se pagaría un avión para ver cómo hacíamos todo esto en directo», bromea Martí Maymó, bajista de una banda que, después del ensalmo sintetizado de «Jo competeixo», protagoniza un nueva pirueta-salto-al-vacío con «Per la bona gent», su quinto disco. «Nunca hemos sido un grupo con una personalidad sonora estable. Nos dedicamos mucho a variar la producción en función de lo que escuchamos», reflexiona Guillem Gisbert, cantante de verbo atropellado que, ancha es Castilla, se atreve aquí a recitar, rapear y dejarse arropar por filtros y efectos.
En las canciones, señala el guitarrista Roger Padilla, conviven influencias tan variadas como Kanye West, LCD Soundsystem o Talking Heads. «Vas picoteando y ampliando el abanico de cosas que escuchas. Boy Band , por ejemplo, en mi cabeza es muy Talking Heads, como ya lo era Teresa Rampell », ilustra Gisbert. El cambio, ya ven, no es algo que asuste a estos cuatro barceloneses que lo mismo reclaman los servicios de Sisa para que despida el disco con la verbena melancólica de El vell músic que incrustan versos de Jacint Verdaguer en las brumas sintetizadas de Formigues. «No se ha de tener miedo de cambiar mucho, porque al final sí que hay un estilo que está ahí sin que te des cuenta», considera Arnau Vallvé.
Y es que, asegura el batería, por muchas volteretas que den siempre acaban cayendo si no en el mismo sitio, por lo menos sí que sobre los mismos pies. «Con el tiempo nos hemos dado cuenta de que por mucho esfuerzo que hagas por cambiar de estilo, al final hay un espíritu detrás;las canciones son de una manera concreta y destilan un espíritu, unas sensaciones muy similares. Al fin y al cabo, nosotros seguimos siendo las mismas cuatro personas», añade.
En el nombre del «sample»
Los mismos, sí, pero también con cuatro pares de orejas en constante renovación. En este álbum, sin ir más lejos, han sido el hip hop y las músicas urbanas las que, reconocen, han influido de manera más determinante en la gestación de un disco en el que se entregan con denuedo al noble arte del sampleo. Lo más llamativo, sin duda, es lo que hacen con ese fragmento de Alenar de Maria del Mar Bonet que apuntala Per la bona gent (la canción), pero también hay menciones a Els Pets, Maria Cinta y Gato Pérez. «Nos interesaba mucho la idea de diálogo, de jugar con algo que está grabado hace cuarenta años y que va más allá de la composición. Al final, vamos acumulando canciones y algunas se quedan perdidas en el tiempo por el simple hecho de que han pasado los años», explica Gisbert.
Y todo para enriquecer aún más el cada vez más complejo universo musical de una banda que, a una década de su debut, explora aquí «la idea de moralidad dentro de una canción pop» y se enfrenta con Les estrelles, original de Janis Ian a la que llegaron a través de Nina Simone, a su primera versión grabada. «Es una reflexión sobre la vida interna de las personas que se suben a un escenario», remata Gisbert sobre uno de los mensajes de un disco que supone también su estreno en la autoedición con Ceràmiques Guzmán, su propio sello.
