Adele, durante una actuación en 2013
Adele, durante una actuación en 2013 - REUTERS

El éxito de Adele, en cinco claves

La cantante británica llega este martes a Barcelona para presentar «25», su nuevo trabajo

BARCELONA Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Sólo ha publicado tres discos y no hace ni una década que empezó a circular por los escenarios, pero el éxito de Adele (Tottenham, Inglaterra, 5 de mayo de 1988) ha adquirido unas dimensiones tan colosales y desproporcionadas que parece que lleve toda la vida despachando baladas inflamadas y coronando las listas de ventas con insultante rotundidad. Bien pensando, sí que es cierto que lleva toda una vida ahí arriba: la suya, para ser más concretos. Y es que, desde que se estrenó con «19» antes de cruzar la veintena, su nombre su ha hecho más que subir como la espuma hasta convertirse en el gran fenómeno musical del siglo XXI. Una posición desde la que es relativamente sencillo anunciar una gira y conseguir que las entradas se esfumen en cuestión de horas,

como ha ocurrido con el tour europeo de presentación de «25» que desembarca esta noche y mañana en el Palau Sant Jordi de Barcelona. Dos noches que se antojan la excusa ideal para intentar ahondar en los secretos del éxito de la cantante británica.

Soul para todos los públicos

Enamorada de las voces de lija aterciopelada de Etta James y Ella Fitzgerald, Adele ha conseguido ahondar en la senda abierta por artistas como Amy Winehouse y renovar votos con la música negra. En su caso, el camino escogido ha sido el de las baladas inflamadas y el soul con vistas al pop entre algodones, una fórmula que siempre ha funcionado bien a nivel comercial pero que Adele ha llevado a otra escala gracias a su portentosa voz y a la habilidad para saberse rodear siempre de buenos consejeros. Sin ir más lejos, «25», su último trabajo, retrasó su fecha prevista de publicación después de que el productor Rick Rubin, responsable de los últimos discos de Johnny Cash y colaborador de artistas como Eminem o Neil Diamond, le recomendase dar un par de vueltas más a las canciones. A la hora de la verdad, por el disco circulan desde colaboradores de perfil más indie como Danger Mouse o Tobias Jesso Jr. a sospechosos habituales del pop superventas como Greg Kurstin, Max Martin y Paul Epworth. No pasaron la criba, en cambio, su encuentro con Damon Albarn (Blur) ni esa «Alive» que le escribió Sia y que finalmente la australiana acabó grabando por su cuenta.

Mimada por la industria

El de Adele un ejemplo claro de acción-reacción y causa-efecto de manual: el público la adora y, faltaría más, la industria musical se encarga de cubrirla de galardones y reconocimientos. Su primer álbum ya estuvo nominado a los Mercury Prize -se lo birlaron Elbow-, pero fue «21», su «second coming», el que desató el vendaval con seis premios Grammy y dos Brit Awards. Como propina, en 2013 la británica se llevó el Oscar a la mejor canción original por su aportación a la banda sonora de «Skyfall». Con «25», su tercer trabajo, el tsunami ya es imparable y a su reinado en los Brit Awards hay que sumar su triunfo hace pocos días en los Billboard Awards, donde se llevó cuatro estatuillas. Si a esto le sumamos los millones de copias despachados en todo el mundo, no cuesta demasiado entender que la cantante pueda estar negociando con Sony un nuevo contrato discográfico valorado en noventa millones de libras, según adelantaba ayer el diario «The Sun».

Otro modelo de diva es posible

De Adele enamora su música, sí, pero también sus maneras. ¿Un ejemplo? No hace mucho se la pudo ver frenando en seco un concierto para asegurarse de que una chica que se había desmayado se encontraba bien. Una maniobra inédita en la liga de los grandes estadios que, sin embargo, ayuda a entender cómo la cantante maneja su relación con el éxito y la fama. De hecho, para algunos es lo más parecido a una antiestrella: mientras no presenta o promociona un álbum parece que desaparezca del mapa, escapa de los focos siempre que puede y guarda celosamente su intimidad y la de su hijo Angelo, a quien dedica una de las canciones de «25», «Remedy». Nada que ver, en cualquier caso, con artistas como Rihanna, Taylor Swift o Beyoncé, con quienes comparte listas de ventas pero de las que la separa un abismo cuando hablamos de entretenimiento pop, sexualidad más o menos explícita y poderosos efectos visuales.

Cuestión de números

Los números de Adele son de los que quitan el hipo: «The Sunday Times» estima su fortuna en 85 millones de libras y «25» cerró 2015 como el disco más vendido del año con 17 millones de copias despachadas... ¡Y eso que salió a la venta a finales de noviembre! A idéntica velocidad se esfumaron las cerca de 35.000 entradas puestas a la venta para sus actuaciones barcelonesas, cuyo precio oscilaba entre los 56 y los 115 euros y que acabarán siendo el pasaporte para las dos únicas paradas en España que ofrecerá la cantante. De hecho, si algo llama la atención es lo reducido de una gira que, además de los baños de masas en Inglaterra -seis noches en el O2 Arena de Londres incluidas- apenas pasará por una docena de ciudades europeas.

Cercana y deslenguada

Nacida en el barrio londinense de Tottenham, a Adele siempre le ha gustado asegura que la fama apenas la ha cambiado y que sigue con los pies en el suelo. Incluso se esfuerza por quitarle hierro a su propia carrera y, antes de lanzar «25», ya aseguraba que el fenómeno que acompañó a «21» sería irrepetible. Incluso aunque la realidad se empeñe en llevarle la contraria, la británica sigue definiéndose como una chica de la calle, deslenguada y cercana, lo que quizá explica su conexión con oyentes de todo tipo y su éxito global. Esta noche y mañana se podrá ver si todo eso se traduce también sobre el escenario.

Ver los comentarios