DARÁN QUE HABLAR

Rebeca Khamlichi: «Para comprar ansiolíticos necesitaba receta médica. Para comprar pintura, no»

Rebeca Khamlichi lo tiene claro: lo importante no es el destino, tampoco el origen. Lo básico es el viaje. El suyo, mestizo, se enredó con la pintura y el grafitti, y hoy es una de las instagramers artísticas por antonomasia. Ella ya «da que hablar»

«Selfie» de Rebeca Khamlichi para «Darán que Hablar» R. K.
Javier Díaz-Guardiola

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Nombre completo: Samira Rebeca Khamlichi Sotillo. Lugar y fecha de nacimiento: Madrid, 1987. Residencia actual: Madrid. Estudios: Soy autodidacta. Tuve que dejar el colegio a los trece años para trabajar. Ocupación actual: Artista.

Qué le interesa. Pinto las cosas que me gustan y no me preocupa que, en principio, no tengan coherencia o relación. Mezclo todo elemento que estéticamente me resulte atractivo, ya sean vírgenes y alienígenas o pistolas y sirope de caramelo. Y no siento ningún tipo de remordimiento por ello. Me interesa también el costumbrismo, bien de la tradición española, bien de la actualidad «millenial» o incluso de la generación Z. Me siento muy cómoda en el pop, aunque mi pop casi siempre está velado con un punto de oscuridad o dramatismo: en un primer vistazo todos mis personajes parecen muy felices por la cromática, por lo colorido de mis obras, hasta que te fijas un poco más y entonces descubres que parecen estar incubando dentro el virus de la amargura.

Una de las obras de Rebeca Khamlichi R. K.

De dónde viene. Creo que cualquier artista ha expuesto en menos sitios de los que quisiera. También es mi caso. Uno siempre quiere que todo el mundo vea su obra. De los lugares en los que lo he hecho, mi favorito ha sido quizá Casa de América , en la que he expuesto cuatro años seguidos. El pasado también tuve una exposición individual muy especial en La Causa Galería . Luego, habitualmente, participo en exposiciones colectivas. Raro es el momento en el que no hay alguna obra mía colgada en la pared de alguna sala. Aunque siempre digo que mi mayor galería ahora mismo es internet. Antes de que ninguna se interesara por mí, ya vendía todo lo que pintaba a través de Instagram y mis cuadros estaban ya por medio mundo.

Mural de Rebeca Khamlichi R. K.

Supo que se dedicaría al arte… Desde los dieciocho o diecinueve años, cuando me di cuenta de que para comprar ansiolíticos necesitaba receta médica y que para comprar pintura no. Y como dibujar me ayudaba contra la ansiedad igual que las pastillas, la decisión no fue muy difícil. En realidad yo nunca creí que me iba a terminar dedicando a otras cosas. Pero ya sabes: si quieres hacer reír al demonio, cuéntale tus planes. Mis circustancias vitales me enseñaron a expresarme a través de la pintura y, al final, casi sin darme cuenta, he terminado aquí. Cada vaivén que da una ola la acerca un poco más a la playa.

R. K.

¿Qué es lo más extraño que ha tenido que hacer en el arte para «sobrevivir»? Diría que no tengo ninguna anécdota rara, ninguna humillante. La pintura me ha tratado bien. He pintado muchos encargos, muy variados y, por ejemplo, he retratado a muchísimos animales, gatos y perros, de gente que quería un recuerdo de sus peludos para su casa. Pero me gustan mucho los animales, así que siempre ha sido un placer.

Tengo una anécdota curiosa, no es extraña (muchos artistas se verán reflejados), pero sí curiosa: para mis primeras exposiciones, esas que todo hemos hecho en bares y cafeterías, no tenía dinero para alquilar una furgoneta en la que transportar los cuadros. Así que todas mis amigas me echaban una mano. Recuerdo una en particular en la que que íbamos todas por Gran Vía cada una con un cuadro (seríamos unas quince), en algo así como una procesión-performance hasta el sitio donde exponía. Era como la cofradía de la Santa Amistad. Debería haberlo grabado. Creo que la verdadera exposición, la verdadera obra de arte, fue ese paseo por las calles. Ahora sería un recuerdo gracioso, pero en su momento fue agotador caminar con los cuadros gigantes por la calle más transitada de Madrid. Sirva esta respuesta de homenaje a aquellos tiempos y a aquellas amigas.

La artista, junto a uno de sus murales R. K. .

Su yo «virtual». Soy muy activa en redes: uso sobre todo Instagram . Lo uso para enseñar mi trabajo, como galería, y muchas veces como tienda online también. Además lo empleo para seguir a artistas increíbles, conocidos o no. Siempre digo que somos una generación de artistas que podemos ver lo que se está creando en cualquier parte del mundo casi en directo, apenas a un click de distancia. Velázquez tuvo que viajar a Italia para conocer a los maestros del Renacimiento y enriquecer su pintura; Francis Bacon hubo de venir al Museo del Prado en una especie de epifanía para poder empaparse de Goya, de El Greco, del propio Velázquez... Nosotros sólo tenemos que abrir una aplicación de nuestro móvil para conseguir algo parecido. Ahora podemos ver lo que está creando cualquier artista en cualquier sitio y además interactuar entre nosotros. Es algo maravillosamente enriquecedor y fascinante.

«Only Water Guns, Honey»

Dónde está cuando no hace arte. Relacionado con el arte, tengo un proyecto animalista llamado «Las Muy Perras» con la artista plástica Mari Quiñonero , y el fotógrafo Ale Megale . Es un medio de recaudar dinero para causas benéficas relacionadas con los animales: artistas amigos nos donan piezas de arte que nosotras subimos a nuestra web lasmuyperras.com y que se pueden conseguir a través de donaciones. Todo lo que recaudamos va a protectoras de animales. Nosotras estamos más centradas en los galgos o cualquier perro de caza, porque siempre hemos estado muy sensibilizadas con las terribles condiciones que sufren estas razas. Intentamos recaudar la mayor cantidad de dinero posible para que las protectoras puedan sanarlos (normalmente llegan en condiciones tremendas de maltrato y abandono), alimentarlos, vacunarlos, esterilizarlos y, en fin, hacerse cargo de ellos hasta que se encuentra una familia que los adopte. Todo eso requiere mucho dinero y conseguirlo es en lo que nosotras colaboramos.

Una de las obras de la autora R. K.

Le gustará si conoce a... A mí me encanta la iconografía religiosa. El Greco es el primer pintor que me hizo amar la imagen de vírgenes y santos. Y «El Jardín de las Delicias», de El Bosco, el primer cuadro que me fascinó en el Prado. Actuales, me encantan artistas urbanos como Kaws , Shepard Fairey, Felipe Pantone, Aryz, Uriginal, Alex Chinneck , James Bullough...  También clásicos modernos como Roy Lichenstein, Yoshimoto Nara , Takashi Murakami… Y, españoles de mi generación, destacaría a cuatro ilustradores que, para mí, son fantásticos: María Hesse, Laura  Agustín, Álex de Marcos y David de las Heras.

Ilustración de Rebeca Khamlichi

Qué se trae ahora entre manos. Ahora mismo, literalmente, entre respuesta y respuesta, estoy preparando un mural de unos cincuenta metros cuadrados para el centro de Madrid. Y acaba de publicarse un nuevo libro que he ilustrado, «Mi chica revolucionaria», escrito por el poeta Diego Ojeda . Con él aún calentito, recién salido del horno, estoy ilustrando otro que me hace también especial ilusión. He ilustrado ya cerca de una decena. Aunque el más importante para mí lo publique el año pasado. Es el único que yo también he escrito. Se llama «Las hijas de Antonio López» y es una autobiografía ilustrada de mi infancia trufada de violencia, abandono, alcoholismo y fanatismo religioso, que me sirvió para exorcizar muchos fantasmas. Las emociones y la sorpresa que ha causado en todas las personas que lo han leído ha compensado el dolor que me supuso escribir y rememorar todos aquellos años.

Detalle del libro «Las hijas de Antonio López» R. K.

Proyecto favorito hasta el momento. Me siento muy orgullosa sobre todo el escenario que pinté para la primera edición de Mad Cool : son docenas contenedores de barcos apilados. Los pinté bajo el abrasador sol del mes de julio de Madrid, subida a una grúa enorme con la chapa casi al rojo vivo. Fue duro, pero el calor es hoy solo una anécdota que contar para acompañar un resultado que mereció la pena sin duda. Y, de este último año, un mural inmersivo que hice hace menos de un mes en Barcelona y que es uno de mis trabajos favoritos.

Mural de Rebeca para Mad Cool R. K.

¿Por qué tenemos que confiar en ella? Que confíen demasiado en ti es un terreno plantado con las semillas de la desilusión. No me gusta que se espere nada de mí. Porque ahora mismo no me parece tan importante el lugar al que llegar, sino el punto desde el que partí. Yo siento auténtica pasión por lo que hago. Me gusta investigar, aprender y evolucionar. No me quedaré nunca sentada en el sillón de lo que sé que funciona. Me gusta arriesgarme, curiosear y ser fiel a hacer lo que me apetezca en cada momento, aunque sea exactamente lo contrario de lo que hacía el momento anterior. O lo contrario de lo que se espere de mí.

Obra de Rebeca Khamlichi R. K.

¿Dónde se ve de aquí a un año? Pues no sé si mi respuesta es muy conformista o muy ambiciosa, pero dentro de un año espero estar haciendo lo mismo que hoy: pintar y, si pueden ser edificios o murales gigantes, mejor que mejor.

¿A quién cedería el testigo de esta entrevista? A cualquiera de los artistas que he mencionado anteriormente. Además de ser buenísimos ilustradores tienen todos un discurso interesantísimo. 

¿Cómo se definiría en un trazo?

P. L.
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