Van Eyck, el genio que revolucionó la pintura y la llevó a la excelencia

El Museo de Bellas Artes de Gante reúne más de la mitad de la producción de este maestro de la luz y la perspectiva en su mayor exposición hasta la fecha

Detalle de «Retrato de un orfebre», de Jan van Eyck. Museo Brukenthal, Rumanía

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En algunas de sus espléndidas pinturas añadió una enigmática inscripción: «AIC IXH XAN» (como puedo). Podría entenderse como falsa modestia, pero también como muestra de orgullo por lo que era capaz de hacer con los pinceles. Otra veces anotaba en sus cuadros, e incluso en los marcos, grafitis medievales como «Johannes de Eyck me fecit» (Jan van Eyck me hizo) o «Johannes de Eyck fuit hic» (Jan van Eyck estuvo aquí). Este último puede verse en una de sus obras más célebres, « El matrimonio Arnolfini », y es el lema escogido para un festival («¡Oh, Dios mio, Van Eyck estuvo aquí») con el que Bélgica rinde homenaje al maestro flamenco, que regresa a Gante seis siglos después. El artista Mat Collishaw ha ideado un proyecto, « Lights on Van Eyck », en la iglesia de San Nicolás; Arvo Pärt estrenará el 22 de septiembre en la catedral de San Bavón su composición «Agnus Dei, la Adoración del Cordero»; Milo Rau ha creado una obra teatral también basada en el políptico de Gante; el chef Olly Ceulenaere ha ideado recetas inspiradas en la cocina del siglo XV... y Brujas se sumará a la fiesta dedicando a Van Eyck una exposición.

Inscripción que aparece en «El matrimonio Arnolfini», de Van Eyck: "Johannes de Eyck fuit hic" (Jan van Eyck estuvo aquí) NATIONAL GALLERY, LONDRES

Bélgica mima a sus maestros flamencos. En 2018 le tocó el turno a Rubens , en 2019 a Bruegel el Viejo y ahora a Van Eyck . No se conmemora ninguna efeméride. La excusa, el fin de la segunda fase de la restauración de « La adoración del Cordero Místico » -primera obra del Renacimiento y obra maestra absoluta de la Historia del Arte-, que ha llevado a cabo el Instituto Real del Patrimonio Artístico en el Museo de Bellas Artes de Gante (MSK), a vista del público. Hace unos días, el «Cordero Místico» regresaba a casa, la catedral de San Bavón. Le han dado la bienvenida tres artistas contemporáneos, Kris Martin, Lies Ceyers y Sophie Kuijken , con trabajos inspirados en el famoso retablo.

Pero éste se exhibe de forma un tanto «sui generis»: a la espera de que el 8 de octubre se inaugure un centro de visitantes en la catedra l, que será su sede definitiva, se muestran juntas obras originales restauradas, obras originales no restauradas aún, una copia (el panel de «Los jueces justos» fue robado) y fotografías en blanco y negro de los ocho paneles exteriores, junto con «Adán» y «Eva» -aún sin restaurar-, cuyos originales están en el Museo de Bellas Artes de Gante . El retablo se halla en una gran «jaula» de vidrio, parecida a la que en su día acogió al «Guernica», que impide ver de cerca los detalles de la restauración.

Detalle de «La Anunciación», de Van Eyck NATIONAL GALLERY, WASHINGTON

Y es que estos paneles son el núcleo central de la mayor exposición dedicada hasta la fecha a este genio prodigioso, una estrella entre los primitivos flamencos, nacido hacia 1390 en Maaseik (Limburgo) y muerto en 1441 en Brujas. Decía Vasari que fue él quien inventó la pintura al óleo. No es así, pero sí la revolucionó: pintó el mundo como nadie había hecho hasta entonces, llevó la pintura a otro nivel, con su técnica asombrosa. Nunca la realidad fue tan tangible. A sus retratados solo les falta el aliento; a sus paisajes, ni el más mínimo detalle. Refinado, virtuoso, talentoso, el Masaccio de Flandes , como le han bautizado, tenía grandes conocimientos científicos, de geometría y cartografía, de óptica y astronomía (fue uno de los primeros en pintar una luna realista, con sus cráteres), de fauna y flora exótica, y una aguda capacidad de observación.

Su ojo era privilegiado (parece como si mirara el mundo a través de un microscopio y el universo a través de un telescopio) y su mano, de una habilidad pasmosa. Maestro de la luz (en sus pinturas se refleja en diminutas joyas) y de la perspectiva, llaman la atención la perfección de sus texturas (telas, oro, metales, agua), sus exquisitas veladuras, sus intensos colores, sus trampantojos (pinta grisallas que semejan esculturas). Sus cuadros estimulan todos los sentidos. Queremos verlos, tocarlos, olerlos, entrar en sus interiores... Su revolución en el siglo XV fue similar a la de Picasso en el arte moderno. Van Eyck fue uno de los primeros artistas en firmar y fechar sus obras. Es patrimonio nacional belga, como la cerveza. Una lleva su nombre: está elaborada con 28 de las hierbas que aparecen en el retablo del Cordero Místico

«El díptico de la Anunciación», de Van Eyck MUSEO THYSSEN

Pintor de cámara de Felipe el Bueno, duque de Borgoña , durante 30 años, cuentan que llevó a cabo misiones secretas para él. Fue una especie de espía diplomático. En la exposición se exhiben libros con los pagos por dichos servicios. Explica Jan Dumolyn , uno de los comisarios, que de todos los viajes que se dice que hizo, solo está confirmado el de la Península Ibérica: vino a retratar a Isabel de Portugal para ver si era del agrado de Felipe el Bueno.

No es tarea fácil reunir en una exposición más de la mitad de su producción (apenas una veintena de obras), porque son trabajos sobre madera, de hace unos 600 años, joyas delicadísimas que apenas se prestan. Esta muestra histórica, « Van Eyck. Una revolución óptica» , permanecerá abierta, del 1 de febrero al 30 de abril, en el Museo de Bellas Artes de Gante. El pasado noviembre ya se habían vendido más de 40.000 entradas. Dan buena cuenta de la gran expectación que ha despertado los 130 periodistas internacionales acreditados ayer en la presentación. Se han conseguido préstamos como « La Anunciación » de la National Gallery de Washington; « La Virgen de la fuente » y « Santa Bárbara de Nicomedia », de Amberes; « El díptico de la Anunciación », del Thyssen; sus miniaturas en un Libro de Horas (Turín)… No falta una excelente galería de retratos: Baudouin de Lannoy , un orfebre u hombre con capirón azul -el capirón era una especie de tocado de la época-, Léal Souvenir o Tymotheos , Jan de Leeuw o Margarita van Eyck , su esposa, a la que pintó a los 33 años.

Detalle de «Margarita van Eyck», que pintó su marido, Jan van Eyck Groeningemuseum, Brujas

Pero las estrellas son, sin duda, los ocho paneles exteriores del políptico de Gante, restaurados, que de forma excepcional se exhiben por separado, como cuadros independientes. Una lástima que la catedral de San Bavón no permitiera exhibir también la tabla central. Quería recuperarla en el Año Van Eyck. Mirar a pocos centímetros, y a la altura de los ojos, las increíbles pinceladas de Van Eyck, pone los vellos de punta. Sobrecoge, realmente. A lo largo de 13 salas se muestran 140 obras: junto a los Van Eyck, trabajos de su taller, copias de obras perdidas y cuadros de Fra Angelico, Uccello, Masaccio, Pisanello… Un emocionante tour de force entre primitivos italianos y flamencos.

Se echan en falta joyas como « El matrimonio Arnolfini » y « Hombre con capirón rojo », considerado un autorretrato (ambos de la National Gallery de Londres); «La Virgen del canciller Rolin» (Louvre); «El tríptico de Dresde», «La Crucifixión» y «El Juicio Final», ambos del Met de Nueva York… Tampoco está «La fuente de la Gracia», del taller de Van Eyck, del Prado, que, en cambio, sí ha prestado dos esculturas de Tydeman Maes . Van Eyck, una estrella en el siglo XV, es hoy un mito que sigue deslumbrando igual 600 años después.

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