Hitler empezó a sufrir Parkinson en algún momento indeterminado tras la Primera Guerra Mundial
Hitler empezó a sufrir Parkinson en algún momento indeterminado tras la Primera Guerra Mundial - Archivo ABC
Segunda Guerra Mundial

La enfermedad que pudo hacer que Hitler perdiese la guerra

Un nuevo estudio afirma que el Parkinson influyó en algunas de las decisiones más desastroas del «Führer»

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No son pocas las películas que, al mostrar los últimos días de Hitler en el búnker, presentan a un líder alemán cuya mano izquierda tiembla sin parar. Una dolencia que, por cierto, está muy bien documentada en los vídeo que se conservan de él. Hasta ahora se había especulado con que esa agitación se debiese al Parkinson, pero ha habido que esperar hasta esta misma semana para que un grupo de neurólogos estadounidenses haya señalado que el «Führer» pudo verse influido negativamente a la hora de tomar decisiones debido a esta enfermedad. De hecho, los expertos afirman que pudo hacerle perder la Segunda Guerra Mundial.

El estudio ha venido de la mano del neurólogo Raghav Gupta, quien –como ha publicado la revista especializada « World Neurosurgery»- afirma que la posibilidad de que Hitler sufriese Parkinson durante un extenso período de tiempo siempre se ha barajado entre los historiadores.

De hecho, en 1933 ya se creía que podía padecer esta dolencia, pues existen varios vídeos de él en el que queda patente un deterioro en sus facultades motoras desde que subió al poder, hasta que falleció en 1945.

Aunque la idea de que Hitler padecía Parkinson no es nueva, sí lo es la teoría que ha aportado Gupta: que la enfermedad pudo hacerle impulsivo, temerario y, en última instancia, hacerle perder la Segunda Guerra Mundial. Para ello, el experto se basa en la idea de que produce alteraciones en la función cognitiva. «Creemos que la enfermedad pudo hacer que Hitler atacase Rusia antes de tiempo, en 1941», ha señalado el experto. Lo cierto es que esta decisión llamó la atención de los generales de la época, pues el «Führer» se abalanzó sobre una región extensísima, sin refuerzos de otros países y sin haber terminado la guerra contra Gran Bretaña.

A su vez, los autores citan otras malas decisiones de Hitler que pudieron estar afectadas por el Parkinson. Entre ellas, destaca la de no defender adecuadamente las playas de Normandía en 1944 o su negativa a que la « Wehrmacht» se retirase de Stalingrado, donde caían a miles los soldados germanos. En principio, los neurólogos creen que estas disposiciones pudieron estar motivadas por el carácter «volátil» del dictador, el cual se habría visto exacerbado con esta enfermedad.

Con todo, Gupta no cree que los millones de asesinatos de judíos y la temible «Solución Final» de Hitler estuviesen fomentados por la dolencia. Por el contrario, sí considera que su falta de remordimiento y empatía en todos los factores de su vida pudieron verse aumentados por el Parkinson. El estudio ya se ha ganado miles de enemigos en apenas unas horas. Algunos de ellos afirman que el líder nazi ya protagonizó varios levantamientos (como el de Múnich) en 1923, cuando –según se cree- todavía no estaba aquejado de la enfermedad.

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