Narcotráfico Cádiz

Puerto Serrano le planta cara a la marihuana

La localidad polichera, con el mayor índice de detenciones de la Sierra de Cádiz, se rebela contra los traficantes y sus guardias civiles se la juegan a diario por ello

«Vivir y llevar a tus hijos al colegio en el mismo pueblo donde has detenido el día de antes a alguien y te conocen es muy difícil»

Efectivos de la Usecic hacen una entrada en una de las viviendas de los investigados. La Voz

M. Almagro

«Las vueltas se están preparando, los kilos empaquetando y el teléfono ya está sonando, al final del día ya estamos coronando, los kilos coronando... guarda la droga, lo ‘monos’ ya por el barrio, por tós laos...». Un grupo de unos veinte jóvenes cantan y ... bailan este tema que suena entre hip hop y reguetón en un videoclip que se puede ver sin ningún problema en Youtube. Por supuesto, estética de chicos duros musculados en camiseta con muchos anillos y cadenas de oro y plata al cuello y, como parte del atrezzo, tres pedazos de mercedes sobre los que sientan mientras que se contonean al ritmo de un cantante al que seguramente admiran. Hay algunos niños. Bastantes. Y pequeños. Ellos también cantan y bailan. Sin problema tampoco. A pesar de que de lo que se habla entre rimas es de droga. Del ‘poderío’ que da .

La imagen es esa. La interpretación ya la que tenga quien lo vea. Y el lugar donde se han grabado algunas de estas secuencias, la calle Guadalete, la calle que acumula el mayor índice de detenidos y operaciones contra la marihuana que se han dado en los últimos meses en toda la Sierra de Cádiz. Ese también es un dato objetivo. El vídeo musical recuerda de repente a los que se han rodado también en La Línea (uno de ellos protagonizado por el ‘capo’ Castaña), o en la barriada de Los Milagros de El Puerto, con pistolas simuladas. Y aunque las circunstancias cambian por la idiosincracia y el tipo de conflictividad de cada una de estas zonas, el trasfondo es el mismo. Suena a lo mismo.

Sin embargo hay mucha gente a la que no le gustan estas cosas. Aquellos que lo sufren cuando, por ejemplo, en su casa se quedan sin electricidad porque revienta el transformador al que se enganchan los que tiran de la luz pública para alimentar sus decenas de plantas de cannabis. O tampoco aquellos que llevan a sus hijos al colegio y se cruzan en la puerta con otros padres que son ya conocidos por sus antecedentes y cuentas pendientes. O los que temen hablar. O los cientos de jóvenes que salen por la noche o van a la feria del pueblo y quieren tener la fiesta en paz. Sin botellazos, sin peleas y sin que nadie se meta con ellos sin motivo alguno.

«Aquí la gente quiere estar tranquila. Vivir sin problemas y que no se diga más que Puerto Serrano es una ciudad sin ley . Aquí hay mucha gente humilde, trabajadora, que se gana su jornal de forma honrada y que no tiene nada que ver con los que cometen delitos y quieren vivir siempre al margen de la ley y de todo», cuenta uno de estos vecinos.

Y es que el pueblo polichero se ha hartado . Por eso cada vez son más las quejas y las denuncias vecinales que llegan hasta el puesto de la Guardia Civil donde los agentes en un encomiable trabajo no dejan de plantarle cara a los que no respetan a los demás y además se enriquecen por ello.

Veinte plantaciones en una misma calle

Como los que se dedican a la marihuana. A su cultivo y su distribución. En algo más de un año, los agentes de la Guardia Civil de Puerto Serrano han detenido en diversas operaciones a unas 80 personas por cultivar cannabis y desmantelado más de medio de centenar de plantaciones . Una droga que ha ido cogiendo fuerza en toda la provincia de Cádiz pero que, en concreto, en este pueblo de la Sierra, ha llegado a sitiar algunos de sus rincones, como la famosa calle Guadalete, donde en la última operación, la Guardia Civil incautó más de una veintena de estos cultivos, tipos ‘indoor’(de interior), y detuvo a doce personas.

El objetivo estaba claro. De sobra conocido en la localidad: un clan familiar que supuestamente controla este ‘negocio’ y no tiene inconveniente de presumir de los réditos que le dan sus cosechas en las redes sociales o por el mismo pueblo. Al frente del grupo, el hijo, El Piño, «el patrón» le llaman también, un joven de unos 30 años que fue detenido y que los investigadores señalan como el cabecilla de esta presunta red de traficantes de ‘maría’.

Al Piño no le consta un trabajo ‘oficial’ pero pasea en coches de lujo, entre otros un Porshe Panamera (más de cien mil euros). Lo luce y lo disfruta. También parece que es de vestir bien –según sus gustos– , las joyas, sobre todo los anillos, y tener decorada al extremo su casa con ostentosos y bien lacados objetos de lujo.

Pues al parecer este ‘patrón’ era quien mandaba . Según la investigación, tenía a sueldo a varios vecinos que ejercían las labores de guardeses y cuidadores de las plantas de marihuana. Lo hacían, bien en sus propios domicilios o en otras viviendas ocupadas a entidades bancarias. De hecho cuando los guardias civiles entraron en una de estas casas en las que no residía este supuesto narco, él salió al encuentro de los agentes para exigirles que le mostraran la orden de registro. Sin embargo, él no vivía ahí.

Otro de los personajes de esta historia es la madre del Piño. Conocida como ‘La Latera’. Una mujer, con antecedentes por tráfico, y bastante vehemente que tampoco tiene escrúpulos en mostrarse en redes sociales y grabar vídeos amenazando a vecinos del municipio, como hizo por ejemplo directamente a uno de los guardias civiles que participó en la operación por la que fue detenida. E incluso, al alcalde de la localidad. A él se atrevió a reprenderle porque «no le había avisado de que iba a haber una redada...». Tiene ya al menos dos órdenes de alejamiento.

Pues ante este escenario, de patrones y de cuidadores y guardeses de droga sometidos a las supuestas órdenes de los primeros, Puerto Serrano intenta vivir en paz. Y por ello cada vez callan menos. La operación que ha llevado al calabozo a este clan y que los tiene a la espera de juicio, se inició, por supuesto, por las gestiones que realizaron los propios guardias del puesto de la localidad, pero también, a raiz de un aumento en la preocupación y el enfado de los vecinos.

«Puerto Serrano es un pueblo bueno, de gente humilde y trabajadora. Son solo algunos. Los mismos»

«Están hartos de que esta gente se muevan con tal impunidad», cuenta quien lo sabe bien. «Que mientras ellos se marchan a la fresa o verdear aceitunas, o a trabajar de lo que puedan y les cuesta de forma honrada, estos presuman de tener todo tipo de lujos por la droga, y encima lo vean como algo normal y se enorgullezcan ¿Quién quiere educar a sus hijos en un pueblo donde algo así se ve normal?», pregunta.

Pero además por seguridad . De dos formas. Una de ellas es que en más de una ocasión se han quedado sin luz porque los transformadores a los que los traficantes enganchan los cultivos han, literalmente, «petado». La razón es clara. Estas conexiones se han quemado varias veces por la presión de fluido eléctrico que soportan debido a los enganches. Para hacerse una idea, solo una línea de las casas de esta calle gasta en un día lo que todo el hospital comarcal de Villamartín en una semana. Y estos cortes, ¿qué provocan? Pues que por ejemplo medio pueblo se quedara sin luz una Navidad, o que se puedan producir explosiones o incendios en pleno centro urbano o que gente que necesita de electricidad para camas articuladas, respiradores u otras necesidades tan vitales se queden de repente desasistidos.

Y por otro lado en cuanto a la seguridad, el narcotráfico atrae otras cuestiones añadidas, incluso vinculadas, como por ejemplo el trapicheo (el menudeo de sustancias, al lado de colegios o en zonas de ocio de jóvenes), los peligrosos ‘vuelcos’ con armas o los ajustes de cuentas. De hecho también son habituales las peleas entre clanes para ‘marcar territorio’. Reyertas en las que las navajas, los cuchillos y las catanas también les parecen muy normales. Hasta que tienen que pagar por ello.

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